viernes, 29 de octubre de 2021

La preparatoria me traumó, recuerdo que hasta dude de la existencia Dios nuestro Señor.



 

Lic. Francisco Javier Aragón Salcido.

 

Mi educación primaria la cursé   en escuelas públicas ,   1958-1964 , fue típica, tradicional   a la clase media de mi pueblo, Huatabampo, Sonora;  donde los dogmas católicos familiares,  y los deportes campestres,  forjaron un carácter apasionado y recio; el cual,  sólo sería sublimado por la búsqueda y encuentro del conocimiento y la cultura;   en Hermosillo,  tras la mudanza, al estudiar la secundaria , la cosa casi ni cambió,   corrían 1964 a 1967, los recatados profesores y profesoras nos impartieron una ciencia simplemente  light.

 

Esa también fue una época de sustituciones; el barrio por la colonia; los  parientes y vecinos, por los amigos y condiscípulos; la lectura de obras críticas, en lugar de temas dogmático-religiosos. Igualmente hubo pérdidas, se tenía que sustituir  el mundo bucólico, aldeano del suelo natal, por el de una sociedad abierta y funcional. Las calles de Hermosillo, eran rutas abiertas al más allá de la imaginación creadora.

 

En Hermosillo, hubo pues que modificar costumbres, frases heredadas, y palabras,  aprender una nueva dicción, y sintaxis, elaborar nuevas preocupaciones y sueños, pero sobre todo el cambio de la idiosincrasia del indio Mayo por la del aculturado Yoreme   Opata.  Nunca se pudo asumir la sub cultura del vaquero y las polkas y su  estentóreo  y arrítmico Taca-Taca  .  

 

Sin embargo en la escuela Preparatoria de 1967 a  1969  en la Universidad de Sonora,  todo cambió, fue algo cardinal en mi formación intelectual;   luego le siguió la facultad de Leyes  1969-1974, pero esta etapa académica  fue  como algo  de rutina,  instrumental, muy poco me impactó, pues intuía que solo me serviría para trabajar y vivir en la justa medianía y,  poco después  de titularme, me fui a la hamburguesada UNAM en la Ciudad de México, a fin de cursar la Maestría en Derecho Social y Económico, buscaba refinarme en el más alto nivel intelectual  , en el mero rincón de las telarañas .

 

En mi caso la Preparatoria ciertamente me traumó, era un sencillo de esos miles de alumnos clase medieros provincianos, trepadores, católico devoto, conservador, por ello los jóvenes cultos de  Hermosillo, a los del Sur , Yaquis y Mayos , nos decían Indios , a los de la Sierra  les nombraban como  Cheros, y a los de la Frontera , simplemente los motejaban de  Chucos ( en alusión al pachuco Tin-Tan). 

 

En aquellos tiempos,  sustituimos la doble moral cristiana,   por la ética social demócrata. No fue algo fácil. En la Universidad de Sonora nos indigestamos con un marxismo tardío, no había una tradición de izquierda , los que más o menos la tenían una idea del socialismo eran los estudiantes provenientes de;  Cananea, Empalme y , el Valle del Yaqui.

 

En esa virtud muchos leímos por  mero snob a;  Hegel, Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Kausky, Bakunin, Kropotkin, Plejanov, Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci, Martha Harneker, a Fidel Castro y el Che Guevara y su teoría del foco guerrillero , Ho Shi Min,  a Mao Tse Tung,   a los revisionistas, la teoría  critica de la sociedad, a los estructuralistas, a Herbert Marcuse y la Sociedad Unidimensional,  a los cristianos por el socialismo italianos ,  la teología de la revolución de los Jesuitas , el eurocomunismo, y la  tercera vía chilena.

 

Todos  los maestros y,  estudiantes teóricos , pescados, trotskistas, punto críticos , maoístas, coincidían, después de 1968, el régimen de la revolución , según escribió Adolfo Gilly , después del gobierno de  Lázaro Cárdenas, 1934-1940, se había interrumpido, había surgido al decir del nobel  Octavio Paz, el Ogro Filantrópico, o sea la dictadura perfecta a que aludió el nobel peruano Mario Vargas Llosa.

 

En este universo, las imaginación fácilmente se imponía a la realidad; por tanto los viajes eran un reto, pues conducían al escrutinio de actitudes, costumbres,  rostros, múltiples y variados, eran fascinantes novedades que se imponían a ese tierno espíritu ávido e inquieto. Algo de esta aptitud,  vamos perdiendo con el correr de los años, y más con las teorías de las conspiraciones, leyendas urbanas y las canciones de moda que ya no nos evocan casi nada. Era un himno la rola del nobel 2016,  Bob Dylan, Blowin in the wind.

 

Los maestros del Bachillerato en su mayoría eran Masones, y se reían de nuestro acendrado confesionalismo , mocho . Me impactaron las materias de;  Física, Química Orgánica, Anatomía, Psicología, Ética, Lógica, Sociología, Literatura e Historia Universal. Fue cuando comencé a leer con disciplina y método.

 

Un libro que me fascinó fue “ La Educación como Practica de la Libertad” de Pablo Freyre. Y no solo de esta , agregaría la POLÍTICA, LA ÉTICA, LA CULTURA , EL AMOR Y EL RESPETO A LOS DEMÁS. 

 

Me impactó mayormente  la Cosmografía, era la descripción y el mapa del universo, el  infinito. Supe  de la velocidad  de la luz, y de la tierra, su  diámetro  y circunferencia , la distancia al Sol, a la Luna, de la teoría de la Relatividad de Albert Einstein, que nuestro sistema solar, forma  parte de la Vía láctea, y que existen millones de galaxias, estrellas, planetas, satélites  y soles;  que la estrella fugaz que vemos en el cielo oscuro , hace miles de años luz que se extinguió.

 

Así ,   pretendiendo olvidar el principio de la conmiseración imbíbita  a la doctrina cristiana ,  para sustituirlo por el de la reciprocidad demócrata y republicana ,  pregonando con ello nuestro ascenso e ingreso a la educación superior y sus escolásticas e interminables diatribas positivistas,  nos repetíamos con  Salvador Díaz Mirón su dogmático , machista y,  vibrante  poema A Gloria:

 

No intentes convencerme de torpeza con los delirios de tu mente loca: ¡mi razón es al par luz y firmeza, firmeza y luz como el cristal de roca! Semejante al nocturno peregrino, mi esperanza inmortal no mira el suelo: no viendo más que sombra en el camino sólo contempla el esplendor del cielo. ¡Confórmate, mujer! Hemos venido a este valle de lágrimas que abate, tú, como la paloma, para el nido, y yo, como león para el combate.

 

En tal virtud diré críticamente con respecto a la educación y el estudio que el sabio griego Platón,  citado por Marco Tulio Cicerón en las Discusiones Tusculanas, Libro Primero sostiene :

 

Que el Alma es Inmortal. Por ello goza ante todo de la memoria, misma que el Filósofo juzga es la reminiscencia de una vida anterior. No aprendemos, cuando estudiamos ,  simplemente recordamos lo que vivimos en vidas pasadas , decía.

 

Quizás el vate español Antonio Machado por eso mismo  tuvo mucho tino y  razón al escribir su gran poema:

 

Anoche cuando dormía soñé, ¡ bendita ilusión ¡ que una fontana fluía dentro de mi corazón. Di , ¿ Porque acequia escondida , agua , agua vienes hasta mí, manantial de nueva vida en donde nunca bebí?. … Anoche cuando dormía soñé ¡bendita ilusión ¡,que era Dios lo que tenía dentro de mi corazón.

 

Tuve que leer , y bien a San Agustín de Hipona  , en su obra cumbre, por cierto , de  inspiración platónica, La  Ciudad de Dios, y, luego  vendría la Suma Teológica de Santo Tomas de Aquino, obra influenciada por el sabio Aristóteles.  

 

La etapa universitaria, fue un encuentro grato con la cultura,  el debate abierto y plural de las ideas. La Universidad de Sonora represento una gran oportunidad, para lograr el aprendizaje de la tolerancia con el punto de vista diferente.

 

Licenciado en Derecho,   con estudios de Maestría en Derecho Social, e Internacional Privado y Comparado;  después   vendría la práctica del litigio, luego  unos 10 años, me dediqué  al servicio público en Infonavit; además a la academia impartiendo clases a nivel universidad; participé brevemente  en la política y,  como bien sostiene Dale Carnegie,  en su Libro Como Ganar Amigos, pues  todo mundo lo hace,  me  aventuré también en los negocios.

 

En el  periodismo, incursione  desde el año de 1967, escribiendo en varias revistas y periódicos de Hermosillo. Así; Primera Plana; El Ciudadano; El Sonorense; El Nacional; Visor Político; El Financiero; y con colaboraciones en la Sección cartas de los Lectores del único  diario  independiente de Sonora,  El Imparcial, y ahora en Dossier Político.  

 

En efecto,  y muy aparte  de nuestro  hallazgo de  las teorías del Dr. Carl Gustav Jung de los ARQUETIPOS ;   todos sabemos que existen  influencias,  funciones, misiones, premoniciones,    relaciones, vivencias que escapan a la lógica dialéctica o formal de la propia existencia. No obstante lo anterior,  pensamos que si no fuera precisamente  por esas  búsquedas, evocaciones,  fantasías, ilusiones, premoniciones, sueños lúcidos, viaje astrales,  la vida sería de lo más monótona y  rutinaria.

 

En 1969 llegó a mis manos el libro de Edouard Schure – Los Grandes Iniciados . Por este autor supe un poco  de las vidas de  ; Rama, Krisna, Hermes, Moisés, Orfeo, Pitágoras, Platón, Cristo, Buda ,Zoroastro,   .- El cual refiere en su Introducción que, ese  libro ha salido, todo entero, de una sed ardiente por la verdad superior, total, eterna, sin la que las verdades parciales no son más que una ficción.

 

La Religión y la Ciencia, estos guardianes supremos de la civilización, han perdido una y otra su don supremo, su magia, la de la grande y fuerte educación.

 

Los templos de la India y del Egipto han producido los más grandes sabios de la tierra. Los templos griegos han moldeado héroes y poetas. Los apóstoles de Cristo han sido mártires sublimes y han hecho brotar otros mil. La Iglesia de la Edad Media, a pesar de su teología primaria, ha hecho santos y caballeros porque creía, y por intervalos el espíritu de Cristo palpitaba en ella. Hoy, ni la Iglesia aprisionada en su dogma, ni la Ciencia
encerrada en la materia, saben hacer hombres completos.

 

El Arte de crear y de formar las almas se ha perdido, y no se volverá a encontrar hasta tanto que la Ciencia y la Religión, refundidas en una fuerza viva, se apliquen juntas y de común acuerdo al bien y la salvación de la humanidad.

 

Para eso, la Ciencia no tiene que cambiar de método, sino extender su dominio; ni el cristianismo de tradición, sino de tratar de entender los orígenes, el espíritu y el alcance. Ese tiempo de regeneración intelectual y de transformación social, llegará, de ello estamos seguros. Ya presagios ciertos lo anuncian. Cuando la Ciencia sepa, la Religión podrá, y el Hombre laborará con una nueva energía.

 

La fe, ha dicho un gran doctor, es el valor del espíritu que se lanza adelante, seguro de encontrar la verdad. Esa fe no es la enemiga de la Razón, sino su antorcha; y por encima de la batalla confusa, tratemos de penetrar por la meditación y la Iniciación individuales, en el Templo de las Ideas inmutables,
para armarnos allí con los principios infrangibles.

 

 

 


martes, 26 de octubre de 2021

Free Love, tardío. El Simposium o del Banquete de Platón.

 

viernes, 22 de octubre de 2021

Periodistas en peligro de extinción.

 



 

Jorge Zepeda Petterson / Día de publicación: 2021-10-20. WWW:Dossier Político.com

 

Frente a los embates de Andrés Manuel López Obrador los profesionales de la información nos hemos “desprofesionalizado” y eso en última instancia atenta contra nuestra razón de ser.

 

Al periodismo en México le llueve sobre mojado.

 

Un presidente que lo ataca todos los días y un mundo digitalizado en el cual nadie quiere pagar por la información, que ahora es gratuita.

 

Lo primero, la belicosidad presidencial, ha hecho trizas el supuesto espíritu de imparcialidad y equilibrio que el periodismo tendría que profesar; lo segundo, la blogosfera y las redes sociales, han puesto en jaque la noción misma del oficio periodístico.

 

Durante los últimos 150 años la información ha sido una mercancía generada y distribuida por medios de comunicación y periodistas que han vivido de ella, como cualquier otro sector valorado por la sociedad.

 

Pero ese modelo de negocio se ha colapsado ahora que todo circula en redes sociales y cada persona se ha convertido en informador y opinador del mundo real.

 

Me parece que el periodismo mexicano está respondiendo de manera equivocada a esta doble crisis. Y si no lo corregimos a tiempo, estaremos acelerando nuestra propia obsolescencia.

 

Por un lado está el problema de la polarización política. El presidente Andrés Manuel López Obrador está convencido de que las críticas a su persona y a su Gobierno, ventiladas en los medios, obedecen a razones espurias: la defensa de privilegios por parte de las élites y la molestia por las partidas publicitarias perdidas.

 

Y en la medida en que AMLO interpreta estos ataques como una defensa inmoral por parte de conservadores que se oponen a un cambio a favor de los pobres, se siente obligado a ejercer un derecho de réplica para contra argumentar, aclarar confusiones, disipar infundios y calumnias.

 

Desde su perspectiva eso justifica dedicar buena parte de la conferencia matutina a descalificar a medios y a hacer listas de periodistas buenos y malos.

 

El presidente no parece estar consciente de la desproporción que representa el poder del soberano frente a un columnista o a un periódico al que dirige su cólera o su burla.

 

Decir que esto ha dado lugar a una relación tirante es quedarse corto.

 

Ambos se han convertido en pluma de vomitar recíproca.

 

En otras ocasiones he abundado en las razones por las cuales esta polarización resulta dañina para el propio presidente, entre otras cosas porque propicia la desconfianza que destruye el ambiente de inversión necesario para generar los empleos que requieren los pobres a los que defiende el Gobierno.

 

Pero el daño que la propia prensa se produce a sí misma no es menor.

 

Frente a los embates presidenciales los profesionales de la información nos hemos “desprofesionalizado” y eso en última instancia atenta contra nuestra razón de ser.

 

Columnas, primeras planas de los diarios y noticieros de radio y televisión se han convertido en un inventario de todo aquello que pueda cuestionar la imagen y el desempeño del Gobierno.

 

En algunos casos consiste simplemente en una recopilación unilateral de la información (solo aquello que es dañino a AMLO); en otros peores, hay un tratamiento descontextualizado o sesgado para mostrar el carácter nefasto de la Cuarta Transformación.

 

Hay motivos para que López Obrador se sienta irritado por la manera en que lo trata la prensa, pero eso no justifica una obsesión personal en contra de medios y periodistas.

 

De la misma forma, hay razones para que periódicos y columnistas se sientan agraviados frente a los embates del poder, pero eso no justifica convertirse en activista político.

 

Si cedemos a la tentación y derivamos hacia una prensa partisana y partidista, dejamos de ser cronistas y traicionamos nuestra razón de ser: informar sobre las contradicciones de la realidad, comunicar a la comunidad consigo misma en toda su diversidad, formar una opinión pública incluyente y tolerante a los distintos proyectos de nación que alberga una sociedad.

 

Nos quejamos del hecho de que Andrés Manuel López Obrador no supo ser presidente de todos los mexicanos y gobernó esencialmente para lo que él llama su pueblo.

 

Mal haríamos columnistas, prensa y comunicadores en hacer lo mismo e informar de solo aquello que coincida con lo que opinan nuestros auditorios.

 

Es decir, seleccionando la información para solo los que piensan como nosotros.

 

No se trata de pretender ser objetivos e imparciales, porque toda lectura de la realidad, incluso para informar, entraña una forma de interpretación.

 

Eso siempre ha sido así.

 

Pero al menos intentar hacer el trabajo periodístico a partir de los códigos profesionales que siempre nos han protegido para no hacer política o propaganda en la tarea de informar: verificar, dar cuenta de las varias versiones que tiene todo hecho, ofrecer contextos.

 

Del segundo reto tampoco hemos salido muy bien parados.

 

Si en el caso del embate de López Obrador la prensa incurrió en una imitación espejo y acabó polarizada en la acera de enfrente; en la amenaza que representan las redes sociales igualmente terminamos por imitarlas, convirtiéndonos en una versión similar con la salvedad de que lo hacemos en las viejas plataformas.

 

La investigación periodística, el abordaje de los temas trascendentes, la mesura en el tratamiento de la información, dio lugar a la estridencia y el negativismo que caracterizan a la blogosfera, el info entretenimiento, la frivolidad y el morbo.

 

“Vende” más una nota sensacionalista cargada de adjetivos y construida sobre las rodillas que un reportaje de fondo; tiene más éxito una columna de opinión nutrida de descalificaciones sumarias que empatan con odios y pasiones que otra que intenta matizar o entender la verdadera naturaleza de esas pasiones.

 

En suma, en momentos en que el periodismo se encuentra contra la pared, no solo por la polarización que nos politiza, también por la vulgarización que nos frivoliza, tendríamos que revisar el periodismo que estamos haciendo.

 

Nunca como ahora el mundo había necesitado de “curadores”, de notarios de la realidad que permitan dar cuenta de aquello que es importante y trascendente, para que la comunidad entienda los problemas que enfrenta y esté en condiciones de tomar las mejores decisiones.

 

Si el oficio periodístico habrá de sobrevivir lo hará manteniéndose fiel a las premisas que lo convirtieron justamente en eso, un oficio.

 

Pero no lo conseguiremos si seguimos la moda de imitar a las redes sociales solo porque son populares o convertirnos, solo porque el poder nos agravia, en un actor político más en la tarea de insultar y descalificar.

 

Todo eso sobra en las redes sociales y es gratis.

 

Si queremos prevalecer, habría que regresar al buen periodismo, sometido a los códigos que hicieron de esta tarea una profesión digna y socialmente necesaria.