viernes, 22 de octubre de 2021

Periodistas en peligro de extinción.

 



 

Jorge Zepeda Petterson / Día de publicación: 2021-10-20. WWW:Dossier Político.com

 

Frente a los embates de Andrés Manuel López Obrador los profesionales de la información nos hemos “desprofesionalizado” y eso en última instancia atenta contra nuestra razón de ser.

 

Al periodismo en México le llueve sobre mojado.

 

Un presidente que lo ataca todos los días y un mundo digitalizado en el cual nadie quiere pagar por la información, que ahora es gratuita.

 

Lo primero, la belicosidad presidencial, ha hecho trizas el supuesto espíritu de imparcialidad y equilibrio que el periodismo tendría que profesar; lo segundo, la blogosfera y las redes sociales, han puesto en jaque la noción misma del oficio periodístico.

 

Durante los últimos 150 años la información ha sido una mercancía generada y distribuida por medios de comunicación y periodistas que han vivido de ella, como cualquier otro sector valorado por la sociedad.

 

Pero ese modelo de negocio se ha colapsado ahora que todo circula en redes sociales y cada persona se ha convertido en informador y opinador del mundo real.

 

Me parece que el periodismo mexicano está respondiendo de manera equivocada a esta doble crisis. Y si no lo corregimos a tiempo, estaremos acelerando nuestra propia obsolescencia.

 

Por un lado está el problema de la polarización política. El presidente Andrés Manuel López Obrador está convencido de que las críticas a su persona y a su Gobierno, ventiladas en los medios, obedecen a razones espurias: la defensa de privilegios por parte de las élites y la molestia por las partidas publicitarias perdidas.

 

Y en la medida en que AMLO interpreta estos ataques como una defensa inmoral por parte de conservadores que se oponen a un cambio a favor de los pobres, se siente obligado a ejercer un derecho de réplica para contra argumentar, aclarar confusiones, disipar infundios y calumnias.

 

Desde su perspectiva eso justifica dedicar buena parte de la conferencia matutina a descalificar a medios y a hacer listas de periodistas buenos y malos.

 

El presidente no parece estar consciente de la desproporción que representa el poder del soberano frente a un columnista o a un periódico al que dirige su cólera o su burla.

 

Decir que esto ha dado lugar a una relación tirante es quedarse corto.

 

Ambos se han convertido en pluma de vomitar recíproca.

 

En otras ocasiones he abundado en las razones por las cuales esta polarización resulta dañina para el propio presidente, entre otras cosas porque propicia la desconfianza que destruye el ambiente de inversión necesario para generar los empleos que requieren los pobres a los que defiende el Gobierno.

 

Pero el daño que la propia prensa se produce a sí misma no es menor.

 

Frente a los embates presidenciales los profesionales de la información nos hemos “desprofesionalizado” y eso en última instancia atenta contra nuestra razón de ser.

 

Columnas, primeras planas de los diarios y noticieros de radio y televisión se han convertido en un inventario de todo aquello que pueda cuestionar la imagen y el desempeño del Gobierno.

 

En algunos casos consiste simplemente en una recopilación unilateral de la información (solo aquello que es dañino a AMLO); en otros peores, hay un tratamiento descontextualizado o sesgado para mostrar el carácter nefasto de la Cuarta Transformación.

 

Hay motivos para que López Obrador se sienta irritado por la manera en que lo trata la prensa, pero eso no justifica una obsesión personal en contra de medios y periodistas.

 

De la misma forma, hay razones para que periódicos y columnistas se sientan agraviados frente a los embates del poder, pero eso no justifica convertirse en activista político.

 

Si cedemos a la tentación y derivamos hacia una prensa partisana y partidista, dejamos de ser cronistas y traicionamos nuestra razón de ser: informar sobre las contradicciones de la realidad, comunicar a la comunidad consigo misma en toda su diversidad, formar una opinión pública incluyente y tolerante a los distintos proyectos de nación que alberga una sociedad.

 

Nos quejamos del hecho de que Andrés Manuel López Obrador no supo ser presidente de todos los mexicanos y gobernó esencialmente para lo que él llama su pueblo.

 

Mal haríamos columnistas, prensa y comunicadores en hacer lo mismo e informar de solo aquello que coincida con lo que opinan nuestros auditorios.

 

Es decir, seleccionando la información para solo los que piensan como nosotros.

 

No se trata de pretender ser objetivos e imparciales, porque toda lectura de la realidad, incluso para informar, entraña una forma de interpretación.

 

Eso siempre ha sido así.

 

Pero al menos intentar hacer el trabajo periodístico a partir de los códigos profesionales que siempre nos han protegido para no hacer política o propaganda en la tarea de informar: verificar, dar cuenta de las varias versiones que tiene todo hecho, ofrecer contextos.

 

Del segundo reto tampoco hemos salido muy bien parados.

 

Si en el caso del embate de López Obrador la prensa incurrió en una imitación espejo y acabó polarizada en la acera de enfrente; en la amenaza que representan las redes sociales igualmente terminamos por imitarlas, convirtiéndonos en una versión similar con la salvedad de que lo hacemos en las viejas plataformas.

 

La investigación periodística, el abordaje de los temas trascendentes, la mesura en el tratamiento de la información, dio lugar a la estridencia y el negativismo que caracterizan a la blogosfera, el info entretenimiento, la frivolidad y el morbo.

 

“Vende” más una nota sensacionalista cargada de adjetivos y construida sobre las rodillas que un reportaje de fondo; tiene más éxito una columna de opinión nutrida de descalificaciones sumarias que empatan con odios y pasiones que otra que intenta matizar o entender la verdadera naturaleza de esas pasiones.

 

En suma, en momentos en que el periodismo se encuentra contra la pared, no solo por la polarización que nos politiza, también por la vulgarización que nos frivoliza, tendríamos que revisar el periodismo que estamos haciendo.

 

Nunca como ahora el mundo había necesitado de “curadores”, de notarios de la realidad que permitan dar cuenta de aquello que es importante y trascendente, para que la comunidad entienda los problemas que enfrenta y esté en condiciones de tomar las mejores decisiones.

 

Si el oficio periodístico habrá de sobrevivir lo hará manteniéndose fiel a las premisas que lo convirtieron justamente en eso, un oficio.

 

Pero no lo conseguiremos si seguimos la moda de imitar a las redes sociales solo porque son populares o convertirnos, solo porque el poder nos agravia, en un actor político más en la tarea de insultar y descalificar.

 

Todo eso sobra en las redes sociales y es gratis.

 

Si queremos prevalecer, habría que regresar al buen periodismo, sometido a los códigos que hicieron de esta tarea una profesión digna y socialmente necesaria.

 

martes, 19 de octubre de 2021

Principios Morales, Valores Éticos . ¿ En qué etapa estamos en el país ?.

 


Lic. Francisco Javier Aragón Salcido.

En cuanto seres pensantes, dotados de razón, todos somos filósofos (amantes de la sabiduría o verdad definió el sabio griego Pitágoras de Samos 569 -474 a. C.  ).  Por su parte el filosofo  Aristóteles 384-322 a.C., afirmó que  la  Política es hija de la ciudad, la Moral,  de su decadencia. El problema se presenta cuando pensamos mal, es decir,  cavilamos, por ello existen  los delirios santos y ,  los maliciosos o tremens.

En los días que transcurren, vivimos una especie de Renacimiento (Siglos XV y XVI), espiritual, pero no todos lo entienden, aceptan, practican,  mismo que está emparentado con un  escepticismo fútil.

Dejamos de ser dogmáticos, por lo tanto no creemos que el mundo tenga una explicación congruente,  racional, teológica,  por ello nos dejamos dominar  por el accidente, la  excepción  a la regla, en consecuencia seríamos entonces unos efecticos.  

Hay por lo tanto testimoniamos una especie ateísmo existencial muy prosaico,  o en su caso un positivismo neo humanista (Siglo XV), es una reelaboración del Siglo XVIII o de las Luces, a la que denominan los intelectuales inorgánicos, como post modernidad. 

Hay toda una fusión de ideas, nociones y conceptos.  Un búsqueda constante de sentido a la vida, que a virtud de los avances de la técnica, la ciencia y,  de las creaciones de las artes, el antropomorfismo  se ha visto exponencialmente  incrementado;   de ahí el sino de nuestro tiempo, pues resulta que en México  tenemos una mayor expectativa de vida, 75 años para los hombres y, 79 para las mujeres,  y una mejor calidad de la misma, hace 50 años si,  se llegaba a vivir  65 años,   era toda una proeza.

Hoy en día somos más, porque vivimos más años y, no porque haya más nacimientos.  Por cierto somos más de 7, 500 millones de habitantes en la tierra y,  según  la ONG-HAMBRE,   se producen alimentos para 13. 000, millones, hay un sobrante que alcanzaría para  5,500 millones más . No hay pues una razón  válida,  para explicar y tolerar la pobreza extrema que existe en ciertas partes del mundo.  

No obstante entre más se expande o dilata el universo,  a virtud de los descubrimientos de los astrofísicos y,   aumentamos nuestra frontera del conocimiento, más nos percatamos de que no tubo tal principio o fin de universo, el célebre Big Bang, ya que simplemente el cosmos, como bien dijo el filósofo atomista  Leucipo (Siglo V a.C.)  , seguido  por Demócrito, Epicuro y Plotino,  siempre ha sido y será, Es   . Por ello dijo el bíblico Eclesiastés o Cohelet  ;  No hay nada Nuevo Bajo el Sol. El TODO  es  la variada y azarosa combinación  de partículas elementales  compuesta de átomos, electrones y protones y,  vacío.  No hay pues tal partícula de Dios.

El amor a la suave patria se ha visto diluido por la globalización económica y, por  la auto comunicación de masas, con los teléfonos inteligentes, la facilidad e inmediatez del  trasporte y,  la comunicación en tiempo real, por medio de la  Web; hoy en día habitamos en  la NUBE, se dice que los grandes hard y soft ware está en la boreal  ISLANDIA.

La familia nuclear tradicional, compuesta por  los abuelos, padres,  hijos, tíos, primos y, nietos, está siendo sustituida por la homoparental, hay una gran emergencia  de los platónicos y míticos seres andróginos  o bisexuales (léase el dialogo platónico El Simposio o  el Banquete)   ;

La justicia distributiva está siendo relegada por las economías de escala y, los monopolios trasnacionales; mismos que han dado vida a multimillonarios en euros o dólares, con fortunas que van de los mil a los doscientos  mil millones,  para  cada uno de este millar del selecto grupo de potentados globalizados.

Y, el no alterum laedere, o sea las conductas delictivas, se ve afectado por los poderes facticos, que no delimitan sus ámbitos de actuación, sea ya  legal o en su caso,  ilegal, nada más pensemos en los PANDORA  PAPERS, sobre las  inversiones de las elites en cuentas off shores. ¿Son los ricos , famosos y poderosos  unos paranoicos?.

Por lo tanto, si no están en armonía estos deberes, principios MORALES, oficios, valores ETICOS, surge el inefable conflicto.  

Es todo un coctel explosivo, el hecho de que antepongamos , por encima de Dios, la  Patria, la Familia, la Amistad, y el Oren Publico  ;   preferimos  los negocios y las asociaciones delictuosas  y ,   damos POR lo  TANTO,  más  importancia al éxito MATERIAL que  a la FELICIDAD o EUDAMONIA ,  y  ELLO a costa de torcer  la Ley y,  alterar el Orden Público.  Muchos conciben el  Estado y,  EL Gobierno, como si fuera  un Botín de Guerra.

Según el Jurista , Político y Filosofo Iusnaturalista laico , el romano Marco Tulio Cicerón ,  106-43  a. C. venimos a este mundo con ciertos deberes , oficios , principios morales  , valores éticos y,  obligaciones innatas ,  ya que el hombre es bueno por naturaleza , puesto que   su alma , conciencia o razón  es un regalo de Dios, su  origen es inmortal, eterno  ; en cambio el mal , el delito , la envidia , es algo  aprendido, contingente, accidental   . El libro de Marco Tulio Cicerón, De officiis fue definido como un esfuerzo por  definir los ideales de la moral  pública , res publici , o ética republicana.

De ahí la reedición y emisión de la Cartilla Moral por parte del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Por lo tanto el primer gran  deber  es para con el  Demiurgo, Arquitecto o Dios supremo y Creador  del Universo;

El segundo deber es con el suelo que nos vio nacer o sea,  la patria grande y generosa, el cuerno de la abundancia a que se refirió el Barón Alexander Von Humboldt  1769- 1859;

El tercero es  con nuestra familia pues nos dio la vida, el sustento y valores familiares, moldeó  nuestra infancia y juventud, en nuestro hogar;

Un  cuarto oficio está en relación  con el prójimo, los amigos,    y sirve para crear la sociedad civil a través del vínculo contractual, mismo que da vida a la reciprocidad o justicia conmutativa;

Y luego viene un quinto deber que atañe a la prohibición de no dañar al otro, no trasgredir el orden público, no delinquir   .

Si hay faltas en los anteriores valores por parte de las elites, el vulgo,  la masa, la gente,  se arroga el derecho de quebrantar la ley.

Por ello el Presidente donó su patrimonio a sus hijos. Y manifiesta  que ya no se pertenece, y que solo responde por su esposa e hijo menor.

Tiempo atrás el griego Hesíodo hacia el año 700 , a.C.  en su libro Los Trabajos y los Días,  escribió que,  hay dos luchas, una buena que es la emulación, que lleva al progreso y,  una mala que es la envidia y nos lleva a la guerra.