Maestro Francisco Javier Aragón Salcido.
La DEMOCRACIA “BURGUESA” . ¿Seduce al
PROLETARIADO ?. El filósofo
de la historia y la economía, Karl Marx, autor del Capital y del Manifiesto
Comunista, enfatiza la enajenación en el proceso de trabajo y la producción, sin
embargo, el ideólogo comunista italiano Antonio Gramsci la traslada el debate al
terreno de la conciencia y la cultura: la enajenación se manifiesta cuando las
clases oprimidas no logran romper la hegemonía ideológica y permanecen
alienadas de su potencial emancipador.
En Occidente, Europa y América, se necesita una guerra de posiciones:
construir primero una contra hegemonía mediante intelectuales orgánicos
(intelectuales vinculados a la clase obrera), partidos, sindicatos y cultura
popular, para ganar el consenso de amplios sectores (incluidos campesinos y
clases medias) antes de tomar el control del Estado.
Antonio Gramsci, el pensador
marxista italiano, no desarrolló un concepto propio y central de enajenación
(alienación) como lo hizo Karl Marx en sus Manuscritos económico-filosóficos de
1844, donde la enajenación se refiere fundamentalmente al trabajador que pierde
el control sobre su propio trabajo, su producto, su actividad laboral y su
esencia humana en el sistema capitalista.
En Occidente, Europa y América, la sociedad civil es muy desarrollada
y "blindada" (como una trinchera), por lo que la burguesía mantiene
su dominio no solo reprimiendo, sino haciendo que los explotados acepten el
sistema como "normal" (por ejemplo, viendo el capitalismo como el
único sistema posible o el individualismo como valor universal).
Para el proletariado,
conquistar el poder no basta con una insurrección rápida ("guerra de
maniobra", como ocurrió en 1917 en Rusia). La hegemonía proletaria sería
"ética-política": no solo dominar, sino liderar moral e
intelectualmente hacia una nueva sociedad, creando un nuevo "bloque
histórico" (alianza de clases subalternas).
Para Antonio Gramsci, la lucha
revolucionaria es ante todo cultural e ideológica, además de económica y
política. Este concepto ha sido muy influyente en estudios culturales,
sociología y teoría política contemporánea. Al través del concepto de hegemonía
se explica el por qué las clases dominadas no se rebelan, aunque estén
explotadas: porque la clase dominante ha logrado imponer su ideología como
"sentido común".
Sin embargo, la idea de
enajenación o alienación aparece de forma implícita o relacionada con estos
conceptos: La hegemonía cultural de la clase dominante produce una forma de
enajenación ideológica: las clases subalternas (trabajadores, campesinos)
aceptan como "natural" y "de sentido común" la visión del
mundo de los dominantes, aunque esta vaya en contra de sus intereses reales.
Así, se enajenan de su propia
capacidad de pensar y actuar autónomamente, interiorizando la ideología
burguesa a través de instituciones como la escuela, la iglesia, los medios o la
familia. Antonio Gramsci habla de clases
subalternas cuya falta de autonomía histórica y política las mantiene en una
condición de subordinación.
Esta sub alternidad es, en
cierto modo, el equivalente súper estructural (ideológico-político) de la enajenación
económica que Karl Marx ubicaba en la base productiva: el dominado no solo es
explotado materialmente, sino que consiente activamente su dominación porque no
logra desarrollar una conciencia propia y una "voluntad colectiva".
Superar esta enajenación
requiere una "guerra de posiciones" cultural e intelectual para
construir una contra hegemonía proletaria, con intelectuales orgánicos que
ayuden a las masas a elaborar su propia concepción del mundo.
Esta lectura permite entender
por qué Antonio Gramsci es tan útil para analizar fenómenos contemporáneos como
el consenso fabricado alrededor del neoliberalismo o el individualismo
consumista, que funcionan como formas modernas de enajenación ideológica.