Los DIEZ
LIBROS de
LIBRO PRIMERO. PROEMIO.
I. Dicen algunos que la
Filosofía, excepto el nombre, tuvo su origen entre los Barbaros; pues como
dicen Aristoteles en su Magico y Socion en el libro 23 De
las Succesiones, fueron los Magos sus inventores entre los Persas, los
Caldeos entre los Asirios y Babilonios; los Gimnosofistas entre los Indios (
Brahamanes) ; y entre los Celtas y Galos los Drúidas, con los llamados
Semnotéos. Que Oco[1] fue
Fenicio, Zamolxis, Tracio; y Atlante, Líbico.
Los egipcios dicen que Vulcano,
hijo del Nilo, fue quien dio principio á la filosofía, y que sus profesores
eran sacerdotes y profetas. ( Hermes Trismegisto).
Que desde Vulcano hasta
Alexandro Macedon pasaron 48.863 años [2],
en cuyo espacio hubo 373 eclipses de sol y 832 de luna.
Desde los magos (el primero de
los cuales fue Zaratustra, persa) hasta la destrucción de Troya pasaron 5.000
años, según Hermodoro Platónico en sus escritos de Matemáticas.
Janto de Lidia pone 600 años
desde Zaratustra hasta el pasaje de Jerjes[3],
y dice que a Zaratustra sucedieron continuadamente otros muchos magos, a saber:
Ostanas, Astrapsicos, Gobrias y Pazatas hasta la destrucción de Persia por
Alejandro.
II. Los que esto dicen atribuyen
ignorantemente a los bárbaros las ilustres acciones de los griegos, de quienes
tomó principio no sólo la filosofía, sino también el género humano[4].
Ateniense fue Museo, tebano Lino.
Museo fue hijo de Eumolpo y, según dicen, el primero que escribió en verso
la Generación de los dioses y De la esfera, como
también que «todas las cosas proceden de una y se resuelven en la misma».
Dícese que murió en Falera, y se le puso por epitafio esta elegía:
En este monumento sepultado
guarda el suelo falérico a Museo,
hijo de Eumolpo, muerto cuanto al
cuerpo.
Aun los eumólpidas de Atenas
traen este apellido de Eumolpo, padre de Museo.
III. Lino dicen fue hijo de
Mercurio y de la musa Urania. Que escribió en verso la creación del mundo, el
curso del sol y de la luna y la generación de los animales y frutos. Su obra
empieza así:
Hubo tiempo en que todo
fue criado unidamente.
De donde, tomándolo Anaxágoras,
dijo que «todas las cosas fueron creadas a un tiempo, y sobreviniendo la
mente divina las puso en orden». Y que Lino murió en Eubea de una flecha
que le tiró Apolo, y se le puso este epitafio:
Yace aquí el cuerpo del tebano Lino,
cual hijo de la musa
Urania, hermosamente coronado.
De los griegos, pues, tomó
principio la Filosofía, puesto que hasta en el nombre[5] excluye
todo origen bárbaro.
IV. Los que atribuyen su
invención a los bárbaros citan a Orfeo Tracio, diciendo que fue filósofo y muy
antiguo. Yo no sé si conviene llamar filósofo a quien tales cosas dijo de los
dioses, porque, ¿qué nombre se puede dar a quien atribuye a los dioses todas
las pasiones humanas y hasta aquellas sucias operaciones por la boca que aún
los hombres cometen raras veces?[6].
Dicen que murió despedazado por las mujeres, pero del epitafio que hay en Dión,
ciudad de Macedonia, se ve que le mató un rayo. Dice así:
Aquí dieron las musas sepultura
al tracio Orfeo con su lira de
oro.
Jove, que reina en tronos
celestiales,
con flecha ardiente le quitó la
vida.
Estos que hacen derivar de los
bárbaros la filosofía exponen también el modo con que la trató cada uno de
ellos.
Dicen que los gimnosofistas y los
druidas filosofaron por enigmas y sentencias, que «se ha de adorar a
Dios, que a nadie se ha de hacer daño y que se ha de ejercitar la fortaleza».
Clitarco en el libro XII añade
que los gimnosofistas no temían la muerte, que los caldeos se ocupaban en la
Astronomía y predicciones y los magos del culto, sacrificios y deprecaciones a
los dioses como si sólo a ellos los oyeran, y que manifestaban su sentir en
orden a la esencia y generación de los dioses mismos, creyendo que son el
fuego, la tierra y el agua. Que no admitían sus simulacros o esculturas y que
reprobaban la opinión de los que dicen hay también diosas.
V. Soción en el libro XXIII dice
que los magos trataban mucho de la justicia, que tenían por impiedad quemar los
cadáveres y por cosa justa casar uno con su madre o con su hija[7].
Que ejercitaban las adivinaciones y predicciones, y decían se les aparecían los
dioses.
También que el aire está lleno de
simulacros que, fluyendo de los cuerpos, suben con los vapores a los ojos de
más aguda vista. Prohibían los afeites del rostro y vestir oro. Vestían de
blanco, dormían en tierra, comían hierbas, queso y pan ordinario; llevaban una
caña por báculo, y en su extremo ponían un queso y se lo iban comiendo.
Aristóteles dice en su Mágico que
ignoraban el arte de adivinar por encantos. Dícelo también Dinón en el libro IV
de su Historia, y añade que Zaratustra fue muy aplicado a la
observación de los astros, sacándolo de la significación de su nombre. Lo mismo
escribe Hermodoro.
Aristóteles en el libro primero De
la Filosofía hace a los magos más antiguos que los egipcios, y dice
que ponían dos principios en el mundo, un genio bueno y otro malo, llamados el
uno Júpiter y Orosmades y el otro Plutón y Arimanio.
Dícenlo también Hermipo en el libro primero De los magos, Eudoxo en
su Período[8] y
Teopompo en el libro VIII De la historia filípica.
VI. Dice éste, según sentencia de
los magos, que «los hombres han de resucitar, y entonces serán inmortales. Y
que las cosas existentes existen a beneficio de sus oraciones». Esto mismo
refiere Eudemón de Rodas. Hecateo dice, como doctrina de ellos, que «los
dioses fueron engendrados». Clearco Solense escribe en el libro De
la enseñanza que los gimnosofistas son descendientes de los magos.
Algunos pretenden que de ellos descienden los judíos.
Los que trataron de los magos
reprenden a Herodoto, pues es falso que Jerjes disparase dardos contra el sol y
echase grillos al mar, como dice Herodoto, siendo así que los magos los tenían
por dioses. Derribó, sí, sus estatuas y efigies.
VII. La filosofía de los egipcios
acerca de los dioses y de la justicia dicen ser ésta: que «la materia es
el principio de las cosas, y que de ella proceden después separadamente los
cuatro elementos y los animales perfectos. Que el sol y la luna son dioses;
aquél llamado Osiris, ésta Isis, expresados simbólicamente por
la figura del escarabajo, del dragón, del gavilán y de otros animales».
Dícenlo Manetón en su Epítome de
las cosas naturales y Hecateo en el libro primero de la Filosofía de
los egipcios, añadiendo que «les edifican templos y esculpen tales
efigies porque ignoran la figura de Dios. Que el mundo fue creado, es
corruptible y de figura esférica; que las estrellas son fuego, y por la
templada mezcla de sus influjos[9] da
la tierra sus producciones; que la luna padece eclipse cuando entra en la
sombra de la Tierra; que el alma permanece en el cuerpo cierto tiempo, y luego
transmigra a otro; que la lluvia proviene de las mutaciones del aire»[10].
Otras muchas cosas disputaron
sobre la Fisiología, según es de ver en Hecateo y Aristágoras. Tenían también
sus leyes sobre la justicia, que atribuyen a Mercurio. De los animales elevaron
a dioses a los que son útiles para los usos humanos. Y finalmente dicen haber
sido ellos los inventores de la geometría, astrología y aritmética. Esto baste
de la invención de la filosofía.
VIII. En cuanto al nombre,
Pitágoras fue el primero que se lo impuso llamándose filósofo,
estando en conversación familiar en Sición con Leontes, tirano de los
sicioneses o fliaseos, como refiere Heráclides Póntico en el libro que escribió De
la intercepción de la respiración[11].
«Ninguno de los hombres, dijo Pitágoras, es sabio: lo es sólo Dios».
Antes la filosofía se llamaba sabiduría,
y sabio el que la profesaba, habiendo llegado a lo sumo de su
perfección; pero el que se dedicaba a ella se llamaba filósofo;
aunque los sabios se llamaban también sofistas, y aun los poetas;
pues Cratino en su Arquíloco, citando a Homero y a Hesíodo, así los
llama.
Sabios fueron juzgados Tales,
Solón, Periandro, Cleóbulo, Chilón, Biante y Pítaco. A éstos se agregan
Anacarsis Escita, Misón Queneo, Ferecides Siro y Epiménides Cretense. Algunos
añaden a Pisístrato Tirano. Éstos fueron los Sabios.
IX. Las sectas o sucesiones de la
filosofía fueron dos: una desciende de Anaximandro, y la otra de Pitágoras. Del
primero fue maestro Tales, de Pitágoras lo fue Ferecides.
La primera secta se llamó jónica porque
Tales, maestro de Anaximandro, fue de Jonia, nacido en Mileto.
La otra se llamó italiana porque
Pitágoras, su autor, vivió casi siempre en Italia.
La secta jónica finaliza en
Clitómaco, Crisipo y Teofrasto.
La italiana en Epicuro, pues a Tales
sucedió Anaximandro, a éste Anaxímenes, a Anaxímenes sucedió Anaxágoras, a éste
Arquelao, a Arquelao sucedió Sócrates, que fue inventor de la moral.
A Sócrates sucedieron sus
discípulos, principalmente Platón, instituidor de la Academia primitiva.
A Platón sucedieron Espeusipo y
Jenócrates, a éste siguió Polemón, a Polemón siguieron Crantor y Crates, a éste
Arcesilao, que introdujo la Academia media, a Arcesilao sucedió
Lacides, inventor de la Academia nueva, a Lacides sucedió
Carnéades, y a Carnéades siguió Clitómaco. De este modo acaba en Clitómaco la
secta jónica.
X. En Crisipo terminó de la
manera siguiente: a Sócrates sucedió Antístenes, a éste Diógenes Cínico, a
Diógenes sucedió Crates Tebano, a Crates Zenón Citio, a Zenón sucedió Cleantes,
y a Cleantes Crisipo. Por último, en Teofrasto acabó así: a Platón sucedió
Aristóteles, y a Aristóteles Teofrasto. De este modo dio fin la secta jónica.
La italiana del modo siguiente: a
Ferecides sucedió Pitágoras, a Pitágoras sucedió Telauges, su hijo, a éste
Jenófanes, a Jenófanes Parménides, a Parménides Zenón de Elea, a éste Leucipo, y
a Leucipo Demócrito. A Demócrito sucedieron muchos, pero los más célebres son
Nausifanes y Naucides, a los cuales sucedió Epicuro.
XI. De los filósofos, unos
se llamaron dogmáticos y otros efécticos[12].
Los dogmáticos enseñan las cosas
como comprensibles.
Los efécticos se abstienen de
ello, suponiéndolo todo incomprensible.
Algunos de ellos nos han dejado
escritos; otros nada escribieron. Entre estos últimos suelen contarse Sócrates,
Estilpón, Filipo, Menedemo, Pirrón, Teodoro, Carnéades, Brisón y, según
algunos, también Pitágoras y Aristón Quío, que sólo escribieron algunas cartas.
Otros dejaron un escrito solo cada uno, como Meliso, Parménides y Anaxágoras.
Zenón escribió mucho; Jenófanes más que él; más que éste Demócrito; Aristóteles
más que Demócrito; excedióle Epicuro, y a éste superó Crisipo.
XII. Tomaron los filósofos sus
apellidos unos de sus pueblos, como los eleenses, megarenses, erétricos y cirenaicos.
Otros los tomaron de algunos
parajes, como los académicos y los estoicos.
Otros de algunas circunstancias,
como los peripatéticos; otros de sus cavilaciones, como los cínicos;
otros de ciertas afecciones, como los eudemónicos; y otros,
finalmente, de su opinión, como los llamados filaletes, los eclécticos y
los analogéticos.
Algunos toman nombres de sus
maestros, como los socráticos, epicúreos y
semejantes.
Otros se llamaron físicos por
haber escrito de física; otros morales por la doctrina moral
que enseñaron; y otros, finalmente, se llaman dialécticos por
ejercitarse en sutilezas y argumentos.
XIII. Tres son, pues, las partes
de la filosofía: física, moral y dialéctica.
La física trata del universo
y de las cosas que contiene.
La Moral de la vida humana y
cosas a nosotros pertenecientes.
Y la Dialéctica examina las
razones de ambas.
Hasta Arquíloco reinó la física.
Con Sócrates, como ya dije, comenzó la moral; y con Zenón de Elea la
dialéctica.
De la Moral hubo diez sectas, que
son: la académica, la cirenaica, la elíaca[13],
la megárica, la cínica, la erétrica, la dialéctica,
la peripatética, la estoica y la epicúrea.
XIV. Platón fue el fundador de la Academia
primitiva, de la media lo fue Arcesilao, y de la nueva Lacides.
De la secta cirenaica lo fue
Aristipo de Cirene; de la elíaca, Fedón de Elea; de la megárica, Euclides
Megarense; de la cínica, Antístenes Ateniense; de la erétrica, Menedemo de
Eritrea; de la dialéctica, Clitómaco Cartaginés; de la peripatética,
Aristóteles Estagirita; de la estoica, Zenón Citio; y, finalmente, la epicúrea
se llama así por su autor Epicuro.
XV. Hipoboto, en su tratado De
las sectas filosóficas, dice que éstas fueron nueve. Primera, la megárica;
segunda, la erétrica; tercera, la cirenaica; cuarta, la epicúrea;
quinta, la anniceria; sexta, la teodórica; séptima, la zenónica o estoica;
octava, la académica antigua; y novena, la peripatética.
De la cínica, eleática y dialéctica no
hace memoria.
La pirrónica se
estima poco por su oscuridad, diciendo unos que es secta y otros que no lo es.
Parece lo es, dicen, pues llamamos secta a aquella que sigue, o tiene todas las
apariencias de seguir, alguna norma de vida; por cuya razón podemos muy bien
llamar secta a la de los escépticos. Pero si por secta entendemos la propensión
a los dogmas que tienen séquito, no se podrá llamar secta, puesto que carece de
dogmas.
Hasta aquí de los principios,
sucesiones, varias partes y número de sectas que tuvo la filosofía.
Aunque no hace mucho tiempo que
Potamón Alejandrino introdujo la secta electiva, eligiendo de cada una de las
otras lo que le gustó más. Fue de opinión, según escribe en sus Instituciones,
que son dos los modos de indagar la verdad.
El primero es aquel con
que formamos juicio, y éste es el principal. El otro es aquel por
medio de quien le formamos, como con una exactísima imagen.
Que la causa material y
eficiente, la acción y el lugar son el principio de las cosas; pues siempre inquirimos de
qué, por quién, cuáles son y en dónde se
hacen.
«Y el fin a que deben
dirigirse todas las cosas es, dice, la vida perfecta por medio de todas las virtudes,
incluso los bienes naturales y adventicios del cuerpo».