lunes, 3 de marzo de 2014

Tiberio Sempronio Graco y Cayo Sempronio Graco. ¿ Vidas paralelas con Eduardo, Ricardo y Rodrigo Bours Castelo ?.

Don Quijote Cabalga de Nuevo. 

El periodo de los Gracos o reformas de los Gracos es la etapa  de la historia de Roma que se extiende desde el año 133 a. C. hasta el 121 a. C, protagonizado por los hermanos Tiberio Sempronio Graco y Cayo Sempronio Graco. Articulo tomado de la Enciclopedia Libre Wikipedia de Internet.  

Eran hijos del general y estadista Tiberio Sempronio Graco y de Cornelia, de la familia de los Escipiones, el Africano y Emiliano .

Los hermanos Graco obtuvieron durante este periodo el cargo de tribuno de la plebe, desde cuya magistratura pudieron elaborar y proponer una serie de leyes que iban a favorecer a:

·         La plebe urbana.
·         Los itálicos que no tenían la ciudadanía romana.
·         Los caballeros (llamada orden ecuestre, rancheros o ganaderos ).

Las leyes iban en detrimento de la clase aristocrática, los llamados optimates palabra que significa "bueno entre los buenos", que constituían la mayoría del Senado. 

En este contexto  se organizaron dos partidos con intereses económicos y políticos distintos:

·      Partido de los populares, encabezado por los hermanos Graco; ellos  se aproximaron a los verdaderos problemas que soportaba la República, planteándolos a través de los tribunos de la plebe y con el apoyo de los jefes militares cuyos ejércitos se encontraban en la condición de ciudadanos pobres. 

  Recurrieron a la violencia en múltiples ocasiones, lo mismo que sus opositores. Sus peticiones fueron:

    Distribución de tierras a la plebe urbana.
    Distribución de tierras a los soldados licenciados.
·         Asentamiento de los soldados licenciados, en las colonias.
·         Concesión de la ciudadanía romana a latinos e itálicos.
·       Derecho de los caballeros a formar parte de los tribunales que juzgaban los delitos o abusos de los magistrados romanos contra los habitantes de las provincias.

   El Partido de los optimates, constituido por la clase aristocrática o ciudadanos de los primeros órdenes. 

 Tenían grandes intereses que defender, tanto políticos como económicos; los optimates reaccionaron violentamente ante las nuevas leyes presentadas por los populares a través de los hermanos Graco.

En el año 121 y después de múltiples revueltas y enfrentamientos entre los dos partidos, el Senado autorizó al cónsul Lucio Opimio para que tomase medidas cualesquiera, dentro o fuera de la ley, para terminar con la política seguida por Cayo Sempronio Graco. Como consecuencia, muchos de los seguidores de Cayo fueron asesinados y el mismo Cayo Graco se suicidó.

Tales hechos se consideran muy graves en la historia de Roma pues según la tradición y la ley, se cometía sacrilegio cuando se tocaba a un tribuno de la plebe y se prohibía dar muerte a cualquier ciudadano romano antes de que éste pudiera recurrir al pueblo.
·          
El estado de la agricultura antes de los Gracos.
La Italia rústica de los agricultores directos (aquellos medianos y pequeños propietarios que en su día proporcionaron los mejores soldados para derrotar a Aníbal), estaba llegando a la ruina porque venía al mercado trigo de las posesiones en el extranjero, trigo de Sicilia, Cerdeña, Hispania y África. 

Este trigo se ofrecía a precios muy bajos con los que era muy difícil competir, lo que hacía la mayoría de ellos era vender sus fincas.

Existía todavía en tiempos de los Graco una ley dictaminada en el año 220 a. C. que prohibía a los senadores el uso del comercio como negocio, por lo tanto todo el dinero que éstos pudieran acumular lo venían invirtiendo en la agricultura, en aquellas fincas detalladas en el párrafo anterior, cuyos propietarios no podían competir con los precios del grano que llegaba de fuera. 

Los senadores ricos compraban más de una finca y sumadas todas ellas se iban convirtiendo en propiedades de latifundios.

Por otro lado, existían otras tierras de labranza que en su origen habían pertenecido a agricultores enemigos de Roma. La República las había confiscado y después se las había concedido a especuladores con los que estaba en deuda porque en alguna ocasión habían prestado dinero al Estado. 

Con esta concesión el Estado les podía pagar. Eran las parcelas llamadas ager publicus, adquiridas por derecho de conquista o por expropiación como represalia o castigo.

Así pues los senadores y los especuladores se iban adueñando de las tierras agrícolas de Italia. Pero ni los unos ni los otros eran campesinos, no les gustaba vivir en el campo sino en la ciudad, por lo tanto esos latifundios adquiridos los daban en arriendo a un administrador que, ayudado por esclavos, trataba de sacar el máximo rendimiento al suelo, para sí mismo y para el dueño del terreno.

Crisis social antes de los Gracos
La sociedad romana estaba acostumbrada a los pequeños y libres cultivadores que vendían los productos y generaban riqueza, pero al ir desapareciendo éstos, la sociedad empezó a confiar y a apoyarse cada vez más en los saqueos del exterior (los saqueos en las batallas, que proporcionaban fortuna), y en los esclavos del interior, que iban llegando a Roma en gran número (los traían las legiones) y que se ocupaban de toda clase de trabajo y de manera gratuita, tanto en la ciudad como en el campo.

 El proletariado se iba corrompiendo poco a poco con la mediación del ocio y la retribución de subsidios.

Este era el estado de cosas tanto en el sector agrario como en el sector social de Roma, en el año 133 a. C., cuando Tiberio Graco fue elegido Tribuno de la plebe.

Ley Sempronia Conocida también como Rogatio Sempronia, fue propuesta en el año 133 por Tiberio Sempronio Graco. 

Fue una ley especialmente pensada para imponer una reforma agraria. La ley de reparto de tierras o ley Sempronia estuvo bastante tiempo en vigor y permitió que la pequeña propiedad campesina se recuperara en Italia y que aumentara la población capaz de servir en el Ejército. 

Uno de los puntos de esta ley estaba referido al ager publicus:

·      Para llevar a cabo todos los puntos de la nueva ley se constituyó un colegio de triunviros, elegido por el pueblo y que se encargaría de repartir los lotes de tierras y de recuperar las propiedades privadas adquiridas ilegalmente.

·    Las parcelas que habían llegado a ser latifundios serían devueltas al Estado y se convertirían después en propiedades privadas y sus nuevos dueños tendrían la obligación de emplear en ellas a hombres libres. El Estado pagaría el mismo precio en que las arrendó, más un aumento en caso de que hubiese mejoras.

·  Una vez devueltas las parcelas al Estado, se distribuirían entre los campesinos más pobres y necesitados, en parcelas de 5 o 6 hectáreas cada una, con la condición de no poderlas vender y de pagar un pequeño impuesto por ellas.

·       Ningún ciudadano tendría como posesión más de 124 hectáreas de agro público. Pero si el ciudadano tenía dos o más hijos, se podía llegar hasta las 250 hectáreas.

·        La reforma incluía además el otorgar el derecho de ciudadanía a los ítalos. Incluía además una serie de cambios para que el sector de los caballeros tuviera acceso a los tribunales.

Reformas de Cayo Sempronio Graco
Cayo Sempronio Graco era hermano menor de Tiberio Sempronio Graco. En el año 123 fue elegido, al igual que su hermano, tribuno de la plebe. Cayo llevó adelante y con buena mano la aplicación de las leyes que su hermano había propuesto. 

Volvió a lanzar la reforma agraria e hizo en ella algunas variaciones. Éstas son las reformas que llegó a hacer y que fueron aprobadas:

·         Las restituciones del ager publicus se dejaron de lado y en su lugar se verificó un nuevo reparto de tierras con la fundación al mismo tiempo de colonias en Italia y en Cartago. Esto fue una novedad difícil de entender y de aceptar para la clase senatorial puesto que nunca antes Roma había fundado colonias fuera del territorio itálico. 

    La colonia de Cartago, en Africa  se creó con la ley Rubria que fue abolida en el 121 a. C., creando así una situación difícil y confusa para los colonos. Años después Julio César reemprendería la colonización.

·         Prometió a los soldados que estarían equipados a expensas del Estado (antes se tenían que pagar ellos mismos sus pertrechos e incluso aportar las armas). Aprobó leyes para mejorar el servicio militar y para construir nuevas carreteras que favorecieran la marcha de los soldados en campaña.

·         Puso en marcha una nueva ley, la Ley Annona (Annona era la diosa de la recolección). Fue una novedad en Roma aunque era muy conocido este sistema entre los griegos. 

    Esta ley fijaba un precio para el trigo, estableciendo una cantidad de trigo por mes (43,5 litros) y con un importe reducido para los ciudadanos romanos más pobres. La ley fue una medida muy acertada. Años más tarde el general Cayo Mario la llevaría a cabo con gran éxito lo mismo que el propio Julio César.

·         Abolió la ley Calpurnia del 149 a. C. con lo que rompió el monopolio del Senado en los asuntos de los tribunales e introdujo al mismo tiempo la paridad de éstos con los caballeros.

Cayo Sempronio Graco cometió el gran error de pretender el tercer mandato consecutivo como tribuno de la plebe. Esta pretensión fue lo que colmó la paciencia del Senado que se puso en su contra. 

El Senado actuó con la estrategia de aconsejar al otro tribuno de la plebe Livio Druso que se opusiera, otorgando además su apoyo mediante un senadoconsulto último (es decir "en caso de gran peligro, el Senado daba plenos poderes a los cónsules"). 

Se desencadenaron las revueltas y hubo una gran matanza. Murieron más de 3.000 partidarios de Cayo Graco y él mismo se suicidó (o mandó a uno de sus esclavos que le diera muerte) en el bosque Furrina, en las laderas del monte Janículo de Roma.

El programa de nuevas leyes de los hermanos Graco era en sí mismo bueno para Roma y para su evolución en la historia. Fracasó a causa de la reacción aristocrática que actuó con brutalidad al ver sus privilegios amenazados. 

La plebe urbana tenía sus intereses que eran muy distintos de los de la plebe rural y se contraponían en varios puntos. Ambas eran a su vez enemigas de los caballeros a quienes consideraban más cerca de la oligarquía senatorial que de ellas.

¿Candidato del PRI a la Alcaldía de Cajeme en 2015?. Comentarios a la síntesis del capitulo Primero del Dialogo la Republica de Platón o de los Justo. Para don Rodrigo Bours Castelo. De la acepción de personas y la justificación.


Del porque se lo prefiere a los ricos para gobernar, o del llamado a   cumplir con los oficios y deberes terrenales   , para con ; 1.-   Dios, 2.- la Patria ,  3.- la Familia, 4.- los  Próximos.5.-La honestidad .

Escribe  el griego Hesíodo ,  en su obra  Los Trabajos y los Días o Ergas, que la guerra es hija de la envidia, la política de la ciudad, y la moral de su decadencia.

Don Quijote Cabalga de Nuevo. 

A Vos  don Rodrigo, que fue  lo que le  convoco,  llamó o motivó acercarse a la Acción Política; ¿La  lucha por la defensa del Agua del Rio Yaqui, el paisanaje, el linaje de la familia  Bours Castelo,  Dios nuestro Señor , la Patria, los Amigos, la Moral cristiana ,  los aduladores, los adversarios? . 

Este es un tema de la mayor trascendencia para su futuro, a fin de que no se pierda en el proceloso mar de la política practica  o real  .


-Céfalo.- La posesión de las riquezas sirve de valiosa ayuda para no verse obligado a engañar ni a mentir, ni aun involuntariamente, y para no ser deudor de sacrificios a los dioses ni de dinero a los hombres, lo cual proporciona una salida de este mundo libre de temor. En lo cual (Céfalo) acertó  plenamente y de manera muy admirable.

-Sócrates.- Pues creo yo también que ahí radica la mayor ventaja de las riquezas, no ya para cualquier hombre, sino más bien para el hombre PRUDENTE .

Y tiene todavía otras muchas ventajas, aunque a decir verdad yo, al menos, estimo que entre todas ellas no es  la  menor ese provecho que otorga al hombre SENSATO.  

Por eso precisamente -repuse yo ( Sócrates) -, los buenos no quieren gobernar ni por dinero ni por honra, y ni siquiera alcanzando limpiamente una recompensa por el ejercicio de su cargo quieren que se les llame asalariados, o acaso ladrones si ellos mismos se apropian algo del gobierno secretamente. Como no son ambiciosos, tampoco les mueve la honra.

Es preciso, pues, que les incite a ello la necesidad y el castigo, si han de llegar de algún modo al gobierno; de donde resulta que se estime indecoroso el procurarse voluntariamente el poder, sin que medie alguna fuerza coactiva.

El mayor de los castigos consiste en ser gobernado por el más indigno, caso de que los buenos no quieran gobernar; por temor a aquél, me parece a mí que gobiernan, cuando gobiernan, los hombres virtuosos, los cuales aceptan entonces el gobierno no como un bien ni como si fuesen a darse con él buena vida, sino a manera de algo necesario; ya que no se dispone de otros hombres buenos, habría lucha para no gobernar como ahora la hay para gobernar, y entonces se mostraría claramente que el verdadero gobernante no ejerce en realidad el cargo para mirar por su propio bien, SINO POR EL DEL GOBERNADO ; de modo que todo hombre inteligente preferiría mejor que otro trabajase en su provecho que tener que trabajar él por los demás.

No puedo, por tanto, asentir de ningún modo a Trasímaco en eso de que lo justo es lo que conviene al más fuerte.

Pero tendremos que examinar la cuestión de nuevo, porque más importante es lo que decía ahora Trasímaco, cuando menos según me parece a mí, al afirmar que es mejor la vida del injusto que la del justo.


¿Cuál eliges tú, Glaucón? -le dije-. ¿Cuál de las dos cosas te parece ser más verdadera?.

Para don Rodrigo Bours Castelo. Síntesis del capitulo Primero del Dialogo la Republica de Platón o de los Justo. –Disertación del rico anciano CÉFALO sobre la prudencia , la riqueza y las comparaciones . ¿Candidato del PRI en Cajeme para Alcalde en 2015?.



Don Quijote Cabalga de Nuevo.

-Sócrates.- En compañía de Glaucón, el hijo de Aristón, bajé ayer al Pireo con objeto de dirigir mis súplicas a la diosa y deseoso de ver asimismo cómo realizaban la fiesta que iba a tener lugar por primera vez. Me pareció ciertamente hermosa la procesión de los naturales del pueblo, aunque no lo fue menos la que celebraron los tracios.

Después de orar y de haber contemplado la ceremonia, emprendimos el regreso hacia la ciudad. Pero Polemarco, el hijo de CÉFALO, habiendo visto desde lejos que marchábamos a casa, mandó al esclavo que corriese hacia nosotros para pedirnos que le esperásemos. y así fue que, cogiéndome del manto por detrás, me dijo:

- Polemarco os suplica que le esperéis…

-DQCN.- Los invita a su casa a  conversar  .
II
Nos fuimos, por tanto, a casa de Polemarco, y encontramos allí a Lisias y a Eutidemo, hermanos de aquél; a Trasímaco el calcedonio, a Carmántides el peanio y a Clitofonte, el hijo de Aristónimo. Estaba también con ellos ( ya anciano) CÉFALO, el padre de Polemarco…En cuanto me vio CÉFALO, me saludó y me dijo:

- Sócrates, muy pocas veces vienes a vernos al Pireo, no obstante la alegría que nos darías con ello. En cambio, si yo pudiese hacerlo, iría sin dudarlo a la ciudad, ahorrándote así el viaje hasta aquí. Pero como esto no es posible, debes ser tú el que trates de acercarte hasta nosotros con más frecuencia.

Pues, en efecto, quiero decirte que cuanto más me abandonan los placeres del cuerpo, tanto más aumentan los deseos y las satisfacciones propias de la conversación. No nos olvides y acércate aquí con estos jóvenes, que en nosotros encontrarás a unos verdaderos amigos.

- Y ciertamente, CÉFALO -le dije-, me complace mucho conversar con personas de edad avanzada; pues me parece necesario que sean ellas quienes me hablen de un camino ya recorrido y que, posiblemente, también nosotros tengamos que recorrer.

Conviene que me digas cuál es este camino, si es penoso y difícil, o fácil y accesible. Con verdadero gozo escucharía tu opinión sobre esto, puesto que te encuentras ya en esa edad que los poetas denominan el umbral de la vejez, y bien desearía saber si consideras desgraciado este momento de la vida o qué concepto  te merece.

III.

- Por Zeus, Sócrates -me contestó-, te diré al menos cómo se me muestra a mí. Confirmando el antiguo proverbio, sucede muchas veces que nos reunimos unos cuantos de una edad aproximada; la mayoría de ellos suelen lamentarse de su suerte, echando de menos los placeres del amor, que con los de la bebida y los banquetes y otras muchas cosas de este tenor llenaron sus años juveniles.

Lloran su pérdida, como si en realidad hubiesen dejado de poseer grandes bienes, y se lamentan de que era entonces cuando les sonreía la vida, mientras que ahora ni siquiera viven.

Algunos se quejan incluso de los insultos que reciben en su vejez de los que con ellos conviven, y ello les da pretexto para inculparla de todos sus males. A mi parecer, Sócrates, no dan con la causa real que los produce; porque si la vejez fuera la causa, hubiera sufrido yo lo mismo que ellos, con el peso de los años, e igualmente todos cuantos han llegado a esa edad.

Ahora bien; he conocido a otros que no reaccionan así, y recuerdo precisamente que en cierta ocasión, estando con el poeta Sófocles, alguien le preguntó: 

¿Cómo te comportas, Sófocles, respecto a los placeres amorosos? A lo que él contestó: Calla, por favor, buen hombre, que me he librado hace ya tiempo de ellos con la mayor alegría, como quien se libera de un amo furioso y cruel.

Justamente, creí entonces que decía verdad, y lo sigo creyendo ahora, pues es en la vejez cuando se produce una gran paz y libertad respecto a estas cosas. Cuando ceden los deseos y se relajan nuestras pasiones, ocurre enteramente lo que afirmaba Sófocles, esto es, que nos vemos libres de una gran multitud de furiosos tiranos.

Pero de estas lamentaciones, así como de las referentes a los allegados, sólo una causa puede invocarse, y es ella, Sócrates, no la vejez, sino el carácter de los hombres.

Pues en verdad que para los prudentes y bien dispuestos, la vejez no constituye un gran peso; pero sí lo es, Sócrates, tanto para el viejo como para el joven que no posee esas cualidades.

IV.

Admirado de oírle decir eso, y queriendo que continuase hablando, le animé a ello y le dije:

- Pienso, CÉFALO , que la mayoría no dará por buenas estas razones cuando te las oiga, sino que estimará que tú sobrellevas fácilmente la vejez, no por tu carácter, sino por la gran fortuna que posees, pues dicen que los ricos pueden proporcionarse muchos consuelos.

- Es verdad lo que dices -contestó-. No les dan crédito, y dicen ellos a su vez algo razonable, aunque no tanto como piensan.

No está mal traer aquí a colación el dicho de Temístocles a un ciudadano de Sérifo, que le injuriaba diciéndole que debía su gloria a su patria y no a sus méritos. Ciertamente, ni yo habría alcanzado renombre siendo de Sérifo, ni tú aunque te hubiese caído en suerte nacer en Atenas.

En cuanto a los ricos, que llevan gravosamente la vejez, les viene como anillo al dedo este razonamiento, porque ni el hombre virtuoso soportaría fácilmente la vejez en medio de la pobreza, ni el no virtuoso cargado de riquezas llegaría a encontrar satisfacción en ellas.

- ¿Y qué es lo que ha ocurrido en tu caso, CÉFALO -le dije yo-, que tus riquezas han sido fruto de la herencia o que las has adquirido tú en su mayor parte?.

- ¿Te refieres, Sócrates, a lo que yo he podido adquirir? -contestó-Pues has de saber que en materia de negocios ocupo un lugar intermedio entre mi abuelo y mi padre. El primero, del mismo nombre que yo, habiendo heredado una fortuna aproximadamente igual a la mía, la multiplicó de manera considerable, y Lisanias, mi padre, aún la hizo menor de lo que ahora es. Me doy por contento con no dejársela a éstos ( mis hijos) disminuida, sino, antes bien, algo mayor de la que yo he heredado.

-DQCN.- Enseñanza,  del porque son odiosas las comparaciones, uno no se debe comparar  con nadie, sean  amigos, vecinos, parientes, extraños, menos envidiar o menospreciarse,  si sabe  lo que ha hecho ,  es que solo nos basta el ejemplo de nuestros ascendientes directos ; Abuelo y  Padre , para saber que es lo que realmente somos , hemos hecho  o podemos llegar a ser .

- Te preguntaba esto -le dije-, porque me parece que no sientes demasiado aprecio por las riquezas, como acontece generalmente con los que no las han adquirido por sí mismos; los que las han adquirido con su esfuerzo tienen un doble apego hacia ellas, demostrándoles el cariño que los poetas prodigan a sus poemas y los padres a sus hijos, con una preocupación relativa a sus riquezas igual que si se tratase de obra propia, y apreciando la utilidad que obtienen de ellas.

Son, pues, hombres con los que resulta difícil tratar, pues no tienen otro pensamiento que el dinero.

-DQCN.- Síndrome de los ricos nuevos o de los descendientes de lideres obreros  ,  campesinos , burócratas,  políticos, militares  o policías  .

- Dices la verdad -afirmó.

V.

- Indudablemente -dije yo- Pero responde ahora a lo que quiero preguntarte: ¿Cuál es el mayor provecho que se obtiene de la posesión de una gran fortuna?.

- Quizá no pueda convencer a muchos con lo que voy a decir -añadió-. Porque debes saber, Sócrates, que cuando alguien piensa que se encuentra cerca de la muerte, siente miedo e inquietud por cosas que anteriormente no le preocupaban; es entonces también cuando las fábulas que se dicen del Hades (por ejemplo, de que el que aquí ha cometido faltas allí tendrá que sufrir el castigo), y que hasta ese momento le habían hecho reír, hacen mella en su ánimo como si realmente fuesen verdaderas.

Y bien por la debilidad misma de su vejez, bien por encontrarse más cerca de su acceso al Hades, las observa con mayor respeto; comienza, pues, a verlas de manera recelosa y con miedo, reflexionando y considerando si ha cometido alguna injusticia con alguien.

El que, en efecto, averigua las muchas faltas que ha cometido durante su vida, al igual que los niños, se despierta con frecuencia lleno de miedo y vive así completamente desesperado.

El que, en cambio, no se siente culpable de ninguna injusticia, disfruta siempre consigo una dulce esperanza, incomparable nodriza de la vejez, como dice Píndaro, que en hermosos versos afirmó, Sócrates, que al que ha vivido justa y piadosamente

le acompaña una dulce esperanza
que mima su corazón como nodriza de la vejez,
y gobierna a su antojo el espíritu voluble de los mortales
.

En lo cual acertó plenamente y de manera muy admirable. Pues creo yo también que ahí radica la mayor ventaja de las riquezas, no ya para cualquier hombre, sino más bien para el hombre prudente.

La posesión de las riquezas sirve de valiosa ayuda para no verse obligado a engañar ni a mentir, ni aun involuntariamente, y para no ser deudor de sacrificios a los dioses ni de dinero a los hombres, lo cual proporciona una salida de este mundo libre de temor.


Y tiene todavía otras muchas ventajas, aunque a decir verdad yo, al menos, estimo que entre todas ellas no es la  menor ese provecho que otorga al hombre sensato. CARPE DIEM.