miércoles, 25 de agosto de 2021

Encuentros cercanos con el Rio Mayo, en el Huatabampo de mis amores .

 

 

Lic. Francisco Javier Aragón Salcido.

 

Apreciado lector, les suplico que perdonen mis acrisoladas añoranzas ,  no me apena referirlas , es que me anima un  sano  y ferviente deseo , prodigarles un delicado DELEITE , aun y cuando sea por un breve espacio de tiempo,  por ello les suplico  me acompañen  , en cuerpo y alma, a mis encuentros cercanos y , relaciones introspectivas con el Río Mayo y,  su ecosistema,  o más bien, su microclima.

 

Era y es  un verdadero deleite ver fluir el milenario caudal, ya sea en tiempo de aguas o de secas, sobre todo,  sumergirse en él con el torso desnudo,  los sudorosos  y dilatados veranos. Se emparienta  uno con la naturaleza y el tiempo. Realmente nos sentíamos en una  dimensión desconocida,  al ingresar en  su paradisíaca área.

 

Existen algunos remansos hechos por la mano del hombre, denominados tanques, que han perfilado unas caletillas o playas bordeadas por  altos y frondosos álamos, así como eucaliptos, los que cual  cascabeles verdes, nos regalaban a los contertulios a cualesquier  hora del día       su melodioso tintineo,  un delicado  y tonificante aroma,   y  una muy agradable  ,  constante   reconfortante  y,   por ende  fresca,    densa  y apacible sombra.

 

Por lo mismo el paraje se convertía en un invernadero natural, templado, su exuberante flora   está compuesta ya de  carrizos, girasoles,  quelites, sauces  y zacates;  era idónea  para disfrutar ese agradable clima,  aun en el mes más caluroso de los estíos.

 

En un entorno como este,  no es difícil creer,  sobrios, como los antiguos y grandes  poetas,  en la posibilidad de la existencia real de Ninfas, Faunos ,  Gnomos, Xanas . Se rebela el hechizo natural  imbíbito a las  fuentes, lagos, playas y ríos, que no dejan de seducirnos si  extáticos  los avistamos.

 

Por ello bien vale la pena recordar la  leyenda de la Cascada de Basaciachi del Río Cándameña o Agua Caliente, que nace en el Estado de Chihuahua, y que es la fuente u origen precisamente de nuestro fecundo y parsimonioso  Río, mismo que con sus aluviones y sedimento dio vida a nuestro –Areponapuchi-, el feraz  valle del Río Mayo.

 

Ocurrió que en tiempos inmemoriales, cuando el mundo estaba aún  tiernito, antes de que los conquistadores españoles llegaran a esta tierra de promisión  .El rey Candameña  era el  amo y señor de la  alta sierra  Rarámuri (Tarahumara en castilla).

 

Tenía por hija una gentil princesa llamada Basaciachi,  era, una joven dotada de una extraordinaria belleza y gracia. Por ello muchos yoremes  aspiraban a su mano, por lo que su  celoso rey Padre les impuso  a los pretendientes  para merecerla,  una serie de difíciles pruebas para acreditar su sabiduría y valor. Como los trabajos de Hércules y Jasón en la antigua Grecia.

 

Pero tan sólo  cuatro guerreros   superaron los retos. Tonachi, señor de las cimas y las montañas;   Panachi del más allá u otro lado de las barrancas o mundo; Areponapuchi, el de los verdes y fecundos valles; y Coruchi, el de las filigranas de la cara del viento. Pero en la última prueba que les impuso el señor de Candameña, todos los pretendientes murieron.

 

Fue entonces que la dulce y   joven princesa  Basaseáchi, desconsolada , se precipitó al abismo, por lo que  se trasformó en la Cascada, debido a la influencia de la poderosa magia del gran Chamán  del lugar.

 

Desde entonces su cuerpo no ha dejado de fluir por las profundidades de la barranca y el magnífico río. Nunca más se supo del Rey  Candameña, pues la tristeza lo invadió y desapareció, aunque muchos creen que su espíritu vaga por la  barranca y el río,  buscando el cuerpo de su amada hija,  la inolvidable princesa Basaseáchi.

 

De chamacos en vacaciones y fines de semana , solíamos pasar dentro del agua ,  horas  enteras y largas,  jugando o nadando, o  en su orilla conversando,  y degustando frutas de la estación ; tales como  ciruelas yoyomas, duraznos, guamúchiles, guayabas,   y mangos;  son las primicias más acabadas del  admirado, claro, fecundo, y parsimonioso   Río Mayo.

 

A pues que caray,  como me acuerdo de  la Oración de Otoño en Primavera del poeta nicaragüense Rubén Darío que canta:

 

Juventud divino tesoro, ¡ya te vas para no volver ¡ Cuando quiero llorar no lloro …Y a veces lloro sin querer… 

 

Las calles de mi ( pueblo) ciudad, sin pavimentar, en nuestra infancia, eran duras y grises cual asfalto debido al salitre;  no hubieran sido lo que son, sin sus días lluviosos del verano, y de las suaves neblinas y frías lluvias del invierno. Cerca ya el 24 de junio , el mero día de san Juan y poco después,  las aguas se ciernen  con ineluctable vaticinio;   llegan primero sus embarazosos  ventarrones; era una fiesta espontánea  que disfrutaba el pueblo entero, mientras algunos niños gritaban san Cayetano que llueva, se bañaban en los arroyos en que se convertían las avenidas y calles, cuyas corrientes de este a oeste afanosamente buscaban el cauce del  Río Mayo, a casi dos leguas de distancia.

 

Del esparcimiento  los juegos y deportes en la gran aldea  ;  para los niños menores eran los encantados, la roña, el quemado, y el carro,  una derivación rupestre  del base ball;  los secundaríamos el básquet ball ,  el foot ball , y domino; con la baraja española se jugaba a la  21,  el dompe, la malilla o siete loco,  y  hasta el poker y , los grandes hasta el billar. Los largos veranos había lotería por la noche, oca, damas chinas, parchis, hasta una  guija traían por ahi. Todavía no se filmaba y exhibía la película del Exorcista.

 

Según temporada se bailaba el trompo, se jugaba al  balero, las catotas, las cartitas de las cajas de fósforos, volados, la cuarta, la rayuela y la bebeleche o papula . Se hacían carritos de rodillos, tiradores de hule de llanta, arcos y flechas, hondas, pocos portaban rifles de municiones, y los que tenían dinero  usaban bicicletas y patines. Los preparatorianos y universitarios dizque sabían jugar  ajedrez y bagamon y oían covers de música de  rock y baladas americanas en la tostonera de la plaza principal.

 

La música  a partir  del invento del fonógrafo y el radio trascendió las barreras idiomáticas y generacionales, se hizo común cantar -hasta en ingles-  de memoria sin saber el significado de la letra  ;   no obstante predominaba la banda sinaloense clásica si se le puede llamar  así, la ranchera con mariachi, seguían  los tríos, la orquestal para bailes y la tropical, y por último las baladas y el naciente rock.

 

Es que la  universal armonía de la música todo lo fecunda, como bien refiere el francés Charles Boudelarie en un  poema alusivo: 

 

Hay veces que la música me absorbe como el mar. Dejando blanca estela , con bruma o con luceros me lanzo a navegar …,tendida la vela!.

 

Adelantando el pecho, de aire y de yodo henchido, en medio de la noche, por las olas mecido , navego descuidado.

 

Y me siento vibrar con todas las pasiones son igual que una cuna sobre el abismo inmenso.

 

Tan quieto el mar a veces se queda que yo pienso que es el espejo de mi hastío.

 

Empero,  los inviernos en el pueblo son más suaves  que en otras partes de nuestro árido, frío y  seco Estado de Sonora;  por  acá son húmedos, por la brisa de la marisma, neblinosos, con equipatas, o lluvia chipi,  chipi; en la estación todo se contrae, pero el termómetro pocas veces llega a los cero grados centígrados;  eso sí, en el campo abierto  a veces el viento suele  helar las siembras.

 

En esta época del año  el pueblo  se despierta  tarde, y se  duerme  temprano; como  las cotidianas ocupaciones del invierno consumen más gas,  leña,  y  luz eléctrica, por ello  sólo los que tienen algo que hacer,  ya sea en  el día o por la noche , deambulan solitarios por las calles;  y  desde luego,  es tiempo de  fiestas,  caseras muchas   , pletóricas de recuerdos de los que andaban ausentes, y que  de nuevo partirán,  en breve   a donde por razones de trabajo, y un nuevo  futuro, nostálgicos  ahora residen .

 

Desde el rincón sentimental. A finales de la   primaria  experimente  en carne viva , los amores platónicos,  por ello al escuchar  declamar   a mi proverbial hermana Marines  , el poema de Gutierre de Cetina, Madrigal;  me descubrí  prendado de unos ojos claros y una rubia  cabellera de una alba  y tierna compañerita que habitaba mi mismo salón de clases, un gusto y placer inefable sentía al  repetirlo:

 

Ojos claros , serenos , Si de un dulce mirar sois alabados , ¿Por qué , si me miráis , miráis airados? Sí cuando más piadosos, Más bellos parecéis a aquel que os mira , No me miréis  con ira , Porque no parezcáis menos hermosos . ¡Ay tormentos rabiosos! Ojos claros , serenos, Ya que así me miráis, miradme al menos.

 

Los viajes en todo tipo de medios de trasporte han sido mi predilección : desde una berlina o araña, auto, avión, barco, bicicleta, caballo,  camión, y tren. Una experiencia agradable, intensa,  y como se observa, bien variada. 

 

Después  andando el tiempo, encontré en el libro las Flores de Mal la poesía  El Viaje de Charles Baudelaire, quede fascinado, canta  el vate francés decimonónico:  

 

Para el niño que goza mapas y estampas, sé que el universo es igual a su apetito! A que inmenso es el mundo a la luz del quinqué ¡ A la luz del recuerdo , ¡ se hace tan pequeñito!.

 

Pero solo el que parte por partir es viajero: corazones sensibles a todos los reclamos para quien su destino , bueno o malo, es primero, y, sin saber por qué , responden siempre: ¡ Vamos!.

 


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