Lic. Francisco Javier Aragón Salcido.
Apreciado lector, les suplico que perdonen
mis acrisoladas añoranzas , no me apena referirlas
, es que me anima un sano y ferviente deseo , prodigarles un delicado DELEITE
, aun y cuando sea por un breve espacio de tiempo, por ello les suplico me acompañen , en cuerpo y alma, a mis encuentros cercanos
y , relaciones introspectivas con el Río Mayo y, su ecosistema,
o más bien, su microclima.
Era y es un verdadero deleite ver fluir el milenario
caudal, ya sea en tiempo de aguas o de secas, sobre todo, sumergirse en él con el torso desnudo, los sudorosos
y dilatados veranos. Se emparienta
uno con la naturaleza y el tiempo. Realmente nos sentíamos en una dimensión desconocida, al ingresar en su paradisíaca área.
Existen algunos remansos hechos por la
mano del hombre, denominados tanques, que han perfilado unas caletillas o
playas bordeadas por altos y frondosos
álamos, así como eucaliptos, los que cual
cascabeles verdes, nos regalaban a los contertulios a cualesquier hora del día su melodioso tintineo, un delicado
y tonificante aroma, y una muy agradable ,
constante reconfortante y, por ende
fresca, densa y apacible sombra.
Por lo mismo el paraje se convertía en
un invernadero natural, templado, su exuberante flora está compuesta ya de carrizos, girasoles, quelites, sauces y zacates;
era idónea para disfrutar ese agradable
clima, aun en el mes más caluroso de los
estíos.
En un entorno como este, no es difícil creer, sobrios, como los antiguos y grandes poetas,
en la posibilidad de la existencia real de Ninfas, Faunos , Gnomos, Xanas . Se rebela el hechizo natural imbíbito a las fuentes, lagos, playas y ríos, que no dejan
de seducirnos si extáticos los avistamos.
Por ello bien vale la pena recordar
la leyenda de
Ocurrió
que en tiempos inmemoriales, cuando el mundo estaba aún tiernito, antes de que los conquistadores
españoles llegaran a esta tierra de promisión
.El rey Candameña era el amo y señor de la alta sierra
Rarámuri (Tarahumara en castilla).
Tenía
por hija una gentil princesa llamada Basaciachi, era, una joven dotada de una extraordinaria
belleza y gracia. Por ello muchos yoremes
aspiraban a su mano, por lo que su
celoso rey Padre les impuso a los
pretendientes para merecerla, una serie de difíciles pruebas para acreditar
su sabiduría y valor. Como los trabajos de Hércules y Jasón en la antigua
Grecia.
Pero
tan sólo cuatro guerreros superaron los retos. Tonachi, señor de las
cimas y las montañas; Panachi del más
allá u otro lado de las barrancas o mundo; Areponapuchi, el de los verdes y
fecundos valles; y Coruchi, el de las filigranas de la cara del viento. Pero en
la última prueba que les impuso el señor de Candameña, todos los pretendientes
murieron.
Fue
entonces que la dulce y joven
princesa Basaseáchi, desconsolada , se
precipitó al abismo, por lo que se
trasformó en
Desde
entonces su cuerpo no ha dejado de fluir por las profundidades de la barranca y
el magnífico río. Nunca más se supo del Rey
Candameña, pues la tristeza lo invadió y desapareció, aunque muchos
creen que su espíritu vaga por la
barranca y el río, buscando el
cuerpo de su amada hija, la inolvidable
princesa Basaseáchi.
De chamacos en vacaciones y fines de
semana , solíamos pasar dentro del agua ,
horas enteras y largas, jugando o nadando, o en su orilla conversando, y degustando frutas de la estación ; tales
como ciruelas yoyomas, duraznos,
guamúchiles, guayabas, y mangos; son las primicias más acabadas del admirado, claro, fecundo, y parsimonioso Río Mayo.
A pues que caray, como me acuerdo de
Juventud
divino tesoro, ¡ya te vas para no volver ¡ Cuando quiero llorar no lloro …Y a
veces lloro sin querer…
Las calles de mi ( pueblo) ciudad, sin
pavimentar, en nuestra infancia, eran duras y grises cual asfalto debido al
salitre; no hubieran sido lo que son,
sin sus días lluviosos del verano, y de las suaves neblinas y frías lluvias del
invierno. Cerca ya el 24 de junio , el mero día de san Juan y poco
después, las aguas se ciernen con ineluctable vaticinio; llegan primero sus embarazosos ventarrones; era una fiesta espontánea que disfrutaba el pueblo entero, mientras
algunos niños gritaban san Cayetano que llueva, se bañaban en los arroyos en
que se convertían las avenidas y calles, cuyas corrientes de este a oeste
afanosamente buscaban el cauce del Río
Mayo, a casi dos leguas de distancia.
Del esparcimiento los juegos y deportes en la gran aldea ; para
los niños menores eran los encantados, la roña, el quemado, y el carro, una derivación rupestre del base ball; los secundaríamos el básquet ball , el foot ball , y domino; con la baraja española
se jugaba a la 21, el dompe, la malilla o siete loco, y
hasta el poker y , los grandes hasta el billar. Los largos veranos había
lotería por la noche, oca, damas chinas, parchis, hasta una guija traían por ahi. Todavía no se filmaba y
exhibía la película del Exorcista.
Según temporada se bailaba el trompo,
se jugaba al balero, las catotas, las
cartitas de las cajas de fósforos, volados, la cuarta, la rayuela y la
bebeleche o papula . Se hacían carritos de rodillos, tiradores de hule de
llanta, arcos y flechas, hondas, pocos portaban rifles de municiones, y los que
tenían dinero usaban bicicletas y
patines. Los preparatorianos y universitarios dizque sabían jugar ajedrez y bagamon y oían covers de música
de rock y baladas americanas en la
tostonera de la plaza principal.
La música a partir
del invento del fonógrafo y el radio trascendió las barreras idiomáticas
y generacionales, se hizo común cantar -hasta en ingles- de memoria sin saber el significado de la
letra ;
no obstante predominaba la banda sinaloense clásica si se le puede
llamar así, la ranchera con mariachi,
seguían los tríos, la orquestal para
bailes y la tropical, y por último las baladas y el naciente rock.
Es que la universal armonía de la música todo lo
fecunda, como bien refiere el francés Charles Boudelarie en un poema alusivo:
Hay
veces que la música me absorbe como el mar. Dejando blanca estela , con bruma o
con luceros me lanzo a navegar …,tendida la vela!.
Adelantando
el pecho, de aire y de yodo henchido, en medio de la noche, por las olas mecido
, navego descuidado.
Y
me siento vibrar con todas las pasiones son igual que una cuna sobre el abismo
inmenso.
Tan
quieto el mar a veces se queda que yo pienso que es el espejo de mi hastío.
Empero, los inviernos en el pueblo son más
suaves que en otras partes de nuestro
árido, frío y seco Estado de
Sonora; por acá son húmedos, por la brisa de la marisma,
neblinosos, con equipatas, o lluvia chipi,
chipi; en la estación todo se contrae, pero el termómetro pocas veces
llega a los cero grados centígrados; eso
sí, en el campo abierto a veces el
viento suele helar las siembras.
En esta época del año el pueblo
se despierta tarde, y se duerme
temprano; como las cotidianas
ocupaciones del invierno consumen más gas,
leña, y luz eléctrica, por ello sólo los que tienen algo que hacer, ya sea en
el día o por la noche , deambulan solitarios por las calles; y
desde luego, es tiempo de fiestas,
caseras muchas , pletóricas de
recuerdos de los que andaban ausentes, y que
de nuevo partirán, en breve a donde por razones de trabajo, y un
nuevo futuro, nostálgicos ahora residen .
Desde el rincón sentimental. A finales
de la primaria experimente
en carne viva , los amores platónicos,
por ello al escuchar
declamar a mi proverbial hermana
Marines , el poema de Gutierre de
Cetina, Madrigal; me descubrí prendado de unos ojos claros y una rubia cabellera de una alba y tierna compañerita que habitaba mi mismo
salón de clases, un gusto y placer inefable sentía al repetirlo:
Ojos
claros , serenos , Si de un dulce mirar sois alabados , ¿Por qué , si me miráis
, miráis airados? Sí cuando más piadosos, Más bellos parecéis a aquel que os
mira , No me miréis con ira , Porque no
parezcáis menos hermosos . ¡Ay tormentos rabiosos! Ojos claros , serenos, Ya
que así me miráis, miradme al menos.
Los viajes en todo tipo de medios de
trasporte han sido mi predilección : desde una berlina o araña, auto, avión,
barco, bicicleta, caballo, camión, y
tren. Una experiencia agradable, intensa,
y como se observa, bien variada.
Después andando el tiempo, encontré en el libro las
Flores de Mal la poesía El Viaje de
Charles Baudelaire, quede fascinado, canta
el vate francés decimonónico:
Para
el niño que goza mapas y estampas, sé que el universo es igual a su apetito! A
que inmenso es el mundo a la luz del quinqué ¡ A la luz del recuerdo , ¡ se
hace tan pequeñito!.
Pero
solo el que parte por partir es viajero: corazones sensibles a todos los reclamos
para quien su destino , bueno o malo, es primero, y, sin saber por qué ,
responden siempre: ¡ Vamos!.
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