lunes, 6 de septiembre de 2021

Aquel inmenso , bello y excandecente MAR , Huatabampito.


Lic. Francisco Javier Aragón Salcido.

 

Ah pero debo aceptar  que el MAR  es mi  escenario  ideal, o más bien quiero  decir que fue  la grata percepción que tuve de él, las primeras veces   que le vi. El Bermejo fluido me inundó con una suave  sensación de éxtasis, o una idea de gozo simplemente indescriptible; hoy en día es  una noción que con asiduidad frecuenta mi  memoria, sea en sueños o vigilias. Aquella  áurea y extensa playa está a cuatro leguas de la pequeña ciudad, cuyo nombre propio  precisamente es su diminutivo, Huatabampito  .

 

No obstante, algunos  conocidos o paisanos después de  platicarles  estas escenas, ficciones  y reminiscencias;  me han aumentado y corregido; ellos sostienen ,  que la postal  propiamente  es algo así, como observar nuestro gran planeta azul,  desde el espacio sideral. ¿Tanto o mejor,  que desde  el sótano de Carlos Argentino Daneri, descrito en el  cuento el Aleph,  ( es la primera letra del alfabeto hebreo) de   Jorge Luís Borges?, para quien  .

 

“Es el punto que contiene todos los puntos del Universo”.

 

Sigo con mis sueños,  fantasías   , ilusiones, delirios santos . Hurgando en el caldero de mis más gratos  recuerdos, veo sobreviviendo a la ebullición que emerge  el basto  escenario de mi pueblo  ;  en un sentimiento reflejo, arrobado ,  contemplo el   cielo azul  poblado  por unas glamorosas  ,   límpidas y bastas nubes , mismas que además de someter al majestuoso  astro rey   ,  hacen que el aire que se respira sea  más puro  y , que el   distante espacio consiga una mayor claridad y contraste    ,  intuyo ahora  , era Dios mismo , omnipresente, -muchos años después  sabría que lo que hacía en una suerte de PANTEISMO-, quien nos obsequiaba   este ambiente  propicio y tan variado para  la ensoñación o el misticismo .

 

Luego viene a mi mente que en  la escuela primaria   me  enseñaron  como   se clasificaba científicamente a las Nubes  :   así  para mi sorpresa descubrí ,  que   unas eran las del tipo Cumus , o sea las más  blancas ,  definidas y grandes   ;  los  Nimbus en cambio ,  eran unas  como coliflores u  hongos gigantescos,  (inundan los  cielos nublados) blancas , cambiantes,     multiformes, a veces color vainilla , veloces como las tormentas que suelen derramar ;  los Cirrus, por su parte eran de esas  que se asemejan a estelas blancas o largas caudas de un caballo rocío  , que al disiparse con el viento , simulan    rebaños de ovejas,  mismas que a la hora del  crepúsculo, a contra luz,  adquirían una  tonalidad rojiza, cuales brazas en un fogón u hornilla .

 

Que evocación tan asequible,  maravillosa,  y común,   de nuestra primera infancia, para todos los que  nacimos por los rumbos del noroeste  , es un sitio y tiempo  a parte de   este mi grandioso México lindo y querido.

 

El  presente canto busca rememorar algunas líricas vivencias de mi pequeño solar patrio   , por ello debo acreditar mis  efluvios literarios a la impronta  del   encomio a México,  atribuido a la pluma del ilustre poeta  Manuel Carpio,  en esa virtud  les confiaré que dos de sus prístinas y  variadas  estrofas , a virtud de su obvia  y  pertinente  temática,    me impulsaron  a tratar de redescubrir  el norte de este  mi admirado y gran  país:

 

Esplendido es tu cielo, patria mía, de un purísimo azul como el zafiro allá tú ardiente sol hace su giro, y el blanco globo de la luna fría…

 

En el desierto grave y silencioso, entre sus melancólicas palmeras, se deslizan las víboras ligeras, o estánse  quietas en falaz reposo. 

 

Los atardeceres en Huatabampo, un  occidental pueblo agrícola de México, se convertían en todo un agradable  espectáculo,  de tan claro que lo veo,  que tal parece que si fue  apenas ayer,  por ello evoco el poema  La Vuelta de los Campos, del  poeta Julio Herrera y Reissig:

 

La tarde paga en oro divino las faenas…Se ven limpias mujeres vestidas de percales trenzando sus cabellos con tilos y azucenas, o haciendo sus labores de aguja en los umbrales…las cumbres, ya quiméricas, corónanse de rosas…Y humean, a lo lejos, las rutas polvorosas por donde los labriegos regresan de los campos.

 

En Semana Santa vámonos a la PLAYA .- Se arriba  al anchuroso MAR  cruzando bastos arenales, todos ellos poblados  ya de  biznagas, cactus, chamizos, choyas, jitos, palo verde, mesquites, nopales, pitahayas, sábilas, y sahuaros; hay también   esteros , ciénegas, manglares,  marismas , salinas, y  por fin las doradas dunas  , estas son altas cuales promontorios o taludes   ,  pareciera que fueron puestas allí por la mano de Dios , para que no se derrame el basto e imponente  océano .

 

Estas lomas nos sitúan sin poder precisarlo,  por encima  del nivel del mar, y  nos lo figuran  ver,  no obstante  su basta inmensidad;  humilde todo él ,   postrado a nuestros    pies  descalzos , sensuales  ;   en actitud lúdica  , en  espera , sólo para acariciarnos  con sus aguas espumosas y salobres;   pero por si esto fuera poco,   un amigable  viento Céfiro henchía nuestras vías respiratorias  con su   intenso y  reconfortante   aroma a yodo.

 

Al llegar a la cumbre de aquellos  lomeríos, nos descubrimos  ubicados en tres planos;   el de nuestra posición virtualmente  privilegiada, que se ubica a no  más de veinte metros de altitud sobre el nivel del mar; el de la  playa u orilla  donde rompen plácidamente las olas; y el del bello  horizonte que despunta en lontananza; un espectáculo en tercera dimensión, fosforescente, natural, panorámico,  que ni el más logrado filme en Eastman Color   o lienzo realista podría recrear.

 

En ese enigmático y excandecente vértice mágico,  se encuentran;  el Cielo, el Mar,  el Sol en las alturas que todo  lo abarca,  y la Tierra misma. Me consuela  creer, sin temor  a errar , que  si existe el Quinto Elemento (Éter), por necesidad  tendría que habitarlo uno mismo.

 

Muchos años después, en 1968,  cuando leí el libro de las Metamorfosis del Poeta Latino  Publio Ovidio Nasón , me percaté  que debido a mi supina ignorancia -deplorando mi desconsuelo- que me había quedado en los dinteles mismos de la Gloria cristiana . En efecto en el Libro II, de la referida obra , Ovidio  refiere la entrevista del impertinente  Faetón con su padre el Sol.

 

“ Era el palacio del Sol un edificio construido sobre altas columnas , que brillaban por su oro resplandeciente y el sopor del bronce era semejante a la llama : La techumbre estaba revestida de pulido marfil y las puertas , de doble batiente todas , reflejaban la luz en su superficie de plata. Y a la maravilla de la materia superaba la maravilla del artificio , ya que Mulcíber había esculpido aquí el océano que rodea la Tierra, la tierra misma y los cielos que están sobre la tierra .

 

Las azuladas aguas albergaban a los dioses marinos : al sonoro Tritón , a Proteo de cambiante figura, a Egeón , que abarca con su brazos poderosos las espaldas deformes de las ballenas. A Doris y a sus hijas , de las cuales unas nadan , otras, sentadas en las rocas,  secan su verde cabellera , y otras cabalgan monstruos marinos . Aunque no todas tienen el mismo rostro , se parecen entre sí, sus semblantes presentan esos rasgos que suelen delatar que son hermanas. En la tierra aparecen hombres , ciudades , bosques, fieras, ríos, ninfas, y otras divinidades de los campos . Por encima de todo esto figuraba el cielo resplandeciente con los signos del Zodíaco , seis en la puerta derecha y otros seis en la izquierda.

 

El hijo de Climene  ascendió por la pendiente y penetró en el palacio del que titubeaba en llamar padre . Compareció ante la presencia paterna, más se mantuvo a distancia , ya que no podía soportar la luz desde más cerca : Febo , cubierto con un manto púrpura , sentábase en un trono de brillantes esmeraldas. A su derecha y a su izquierda estaban, de pie , el Día , el Mes, el Año, los Siglos y las Horas, distanciados por igual los unos de los otros. Allí se encontraba la Jove Primavera, coronada con una guirnalda de flores su cabeza , y el Verano , desnudo , portando manipulos de espigas ; también el Otoño , salpicadas sus  vestiduras con el mosto de las uvas que había pisoteado ,y el gélido Invierno , de blanca y larga cabellera.   

 

En esta estación nací . Por otra parte el poeta mexicano Esteban Manuel de Villegas, escribió un poema alusivo  Al Céfiro, Oda Sáfica ,  tratase del viento del poniente, que según la mitología griega era  pareja de Flora la diosa de las flores, jardines y de la PRIMAVERA  o estación cariñosa , este viento fresco   para nosotros corresponde al   anemoi , es el  que viene del mar, al respecto nos dice el vate de Villegas : 

 

Dulce vecino de la verde selva, huésped eterno del abril florido, vital aliento de la madre Venus, céfiro blando…Jamás el peso de la nube parda, cuando amanece en la elevada cumbre, toque tus hombros ni su mal granizo hiera tus alas.

 

Los nombres grecolatinos de  los Cuatro Vientos,  anemoi en griego, que ahora les comparto los aprendí en la secundaria:

 

Boreas es el Norte; el Noto,  Sur; el Euro es el Este y; el Céfiro  el del Oeste. Su dueño y señor era el dios Eolo hijo de Hipotes, nativo de la isla flotante Eolia que está situada en el Mar Tirreno frente a la costa de la isla de Sicilia, en Italia, la   mediterránea. Los guardaba Eolo en una cueva por los rumbos del profundo y oscuro Hades,  en un Odre, que viene a ser  una especie de bolsa rustica de piel de res.

 

En otro extremo emocional diré, que siempre he imaginado y  soñado, con una gran isla frente a la playa de Huatabampito , emergiendo toda ella, invitándome para ganarla a nado, con su  exuberante y seductora vegetación y su notorio ambiente festivo y tropical; pero,  no por ello menos atemporal y por ende enigmática.

 

Es que la vida simple y sencillamente es un sueño, como sostuvo el bate Pedro Calderón de la Barca puesto que:

 

Sueña el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando;… ¿Que es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión; una sombra, una ficción y el mayor bien es pequeño. ¡Que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son!

 

El poeta Manuel Gutiérrez Najera, alusivo al tema  de la sensación oceánica al decir de los sicólogos, que es esa indescriptible fusión mental  con el cosmos -pues todo lo sólido se desvanece en el aire , al decir de Marshal Bergman-  escribió un interesante poema intitulado Para Entonces, y que a la letra dice:

 

Quiero morir cuando decline el día , en alta mar y con la cara al cielo ; donde parezca un sueño la agonía , y el alma un ave que remonta el vuelo…No escuchar en los últimos instantes ya con cielo y con el mar a solas , más voces ni plegarias sollozantes que el majestuoso tumbo de las olas.

 


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