Lic. Francisco Javier Aragón Salcido.
La Nomenklatura, es una obra del
historiador soviético Michael Voslensky. En opinión de sus primeros analistas, “
La Nomenklatura en la URSS” es una palabra
latina rusificada, misma que «merece alcanzar la misma celebridad que el
término “ ARCHIPIELAGO GULAG” , el cual
fue ignorado hasta el día que Alexander Soljenitsyn en 1973 lo utilizó para describir el sistema de concentración
penal soviético».
La frase es de Jean Ellenstein,
el historiador comunista francés miembro del PC Francés , pero disidente de la
ortodoxia oficial, y que en esta ocasión han escrito la introducción del libro
de Michael Voslensky. El presente es un texto basado en un artículo de Feliciano Fidalgo. Paris,
Francia. 11 de Septiembre de 1980. Publicado por el Diario El País.
La nomenklatura descubre de manera vertiginosa la
«cara» de los verdaderos detentadores del poder en la URSS: Se trataba de 750.000
privilegiados «que constituyen la clase dominante y explotadora del pueblo soviético». Michael
Voslensky, nacido en la URSS, era historiador, fue alto funcionario, colaborador
del Comité Central del Partido Comunista soviético, al que representó en
conferencias internacionales.
Perteneció al Consejo de la Academia de Ciencias
Sociales y ejerció como profesor en la Universidad Patricio Lumumba, de Moscú. Desde
1972 vivió en Occidente y está considerado como uno de los especialistas más
solventes de la política soviética.
Este libro, salvo por los comunistas galos, que aún
no lo han comentado, es considerado como «un acontecimiento paralelo a la
aparición de los libros de León Trotsky y del Serbio-Yugoslavo Milovan Djilas,
la Nueva Clase ( En la era del mariscal Joseph Bros Tito) .
«Pierre Daix, el intelectual y escritor francés
expulsado hace varios años del Partido Comunista francés, anotaba ayer a
propósito de La nomenklatura: «Valoro este libro como el más
importante publicado sobre la Unión Soviética después de El
archipiélago Gulag de Alexander Soljenitsyn ».
De León Trotsky a esta parte, en efecto, muchos
autores se han preocupado de «la nueva clase» (Milovan Djilas) dominante que
han generado los países socialistas. El autor serbio-yugoslavo ( Milovan
Djilas) realizó el estudio más completo referido a su país. Pero todos estos
trabajos analizaban teóricamente la evolución de los regímenes socialistas
productos de la revolución de octubre de 1917.
Por el contrario, y por primera vez, Michael Voslensky,
que fue un privilegiado, describe la vida cotidiana de sus ex colegas, narra
los hechos, la historia vivida y, a posteriori, extrae las
lecciones que le parecen oportunas en tanto que historiador y conocedor del
marxismo.
¿Qué es La nomenklatura? . En la
URSS, por nomenklatura se entiende «la lista de puestos de
dirección dependientes de las instancias superiores del partido y la lista de
personas nombradas para esos puestos o que se mantienen en reserva para esos
mismos puestos».
La nomenklatura en definitiva, responde a una pregunta que ya
se planteó León Trotsky: ¿quién dirige la Unión Soviética? . Para el revolucionario ruso, León Trotsky ,
quien fue colaborador de Iván Ilich Ulianov, mejor conocido como Vladimir Lenin
, que sería asesinado en México, por
órdenes de Joseph Stalin, el poder fue «usurpado» por la burocracia parasitaria
del PCUS.
Otros especialistas, después, han intentado demostrar
que el poder está en manos del Ejército, o del partido, o de la policía.
Michael Voslensky responde de manera categórica y con un lujo de detalles
sobrecogedor: en la URSS, corno en los demás países socialistas, el poder
total, absoluto y despótico está en manos de la nomenklatura, cuyos padres
fueron Vladimir Lenin y Joseph Stalin, sobre todo, y cuya dominación y
privilegios no han hecho más que extenderse hasta el presente.
La nomenklatura, según Michael Voslensky
es «la clase de privilegiados, la clase de explotadores de la sociedad
soviética, una clase que aspira a la hegemonía mundial, una clase de parásitos,
elegidos por COOPTACIÓN y, cada vez más,
por motivos hereditarios».
El autor describe la trayectoria de un nomenklaturista hasta
que llega al pleno goce de todos sus privilegios: apartamentos lujosos, comidas
refinadas en restaurantes y acceso a comercios especiales, datchas (casas
de campo), sueldos diez veces superiores a la media, más los «sobres»
mensuales, centros de descanso prácticamente gratuitos, coches lujosos,
chóferes y lo que constituye su droga insustituible: el poder.
Al final del libro se narra una jornada de un
miembro de la nomenklatura, Denis Ivanovitch, y el historiador
francés Jean Ellenstein comenta: «Tantas ganas me dan de llorar, como de reír».
Tres
millones de privilegiados. Según calcula el autor, en la URSS existían alrededor de 750.000 nomenklaturistas que,
con sus familias, ascienden a tres millones de privilegiados; es decir, el 1,5%
de la población soviética.
Ese clan ejerce todo el poder en el Ejército, en el
KGB, en la economía, en las artes y a todos los niveles de la Administración.
«La ideología de los nomenklaturistas, resume Michael Voslensky,
no es marxista, ni incluso leninista.
De hecho, es la creación de la nobleza, nueva clase
dominante de la antigua sociedad feudal rusa. Se trata de un chovinismo de gran
potencia, al que se le ha integrado una terminología marxista y leninista que
sirve los intereses de la nomenklatura».
El, capítulo dedicado a las ramificaciones de
la nomenklatura en los partidos comunistas occidentales aborda
el tema del eurocomunismo. «A pesar de que los eurocomunistas», resume,
«repiten que es imposible el socialismo sin la democracia, se manifiestan
incapaces de sacar la única conclusión posible: que no hay socialismo en la
URSS».
El ya referido
comunista Jean Ellenstein, en el prefacio del libro, concluye que hasta la
fecha ningún estudio le había convencido, como lo ha conseguido La
nomenklatura, de que «existe en la Unión Soviética una verdadera clase
dominante». * Este artículo apareció en la edición impresa del jueves, 11 de
septiembre de 1980. El País.
Se conoce
como
En comparación
con la perestroika, que se ocupaba de la reestructuración económica
de la Unión Soviética, la glásnost se concentraba en liberalizar el sistema
político. En esta se estipulaban libertades para que los medios de comunicación
tuvieran mayor confianza para criticar al gobierno.
Gorbachov también autorizó la liberación de presos —políticos para la oposición interna y externa— y la emigración de algunos refuseniks. El objetivo más expreso de la glásnost era crear un
debate interno entre los ciudadanos soviéticos y alentar una actitud positiva y
entusiasmo hacia las reformas que se encaraban. Sin embargo, esta política de apertura
se volvió en contra de Gorbachov al incrementarse los problemas económicos y
sociales por efecto de las mismas reformas y al incrementarse la crítica de la
población soviética contra la dirección política del PCUS.
Durante la glásnost se dieron a conocer al público,
entre otras cosas, detalles sobre la violenta represión política de la
época estalinista que hasta entonces permanecían reservados por cuestiones de
Estado.
La meta de Gorbachov con la glásnost era en parte
ejercer presión sobre los conservadores del Partido Comunista que se oponían a
la perestroika. En agosto de 1991 la «línea dura» del Partido realizó un fallido golpe de Estado contra Gorbachov buscando revertir su plan de reformas, que
consideraban una simple maniobra para volver al capitalismo y destruir al Estado
socialista.
Al fracasar dicha revuelta aumentó considerablemente la impopularidad de
los líderes conservadores que habían apoyado el golpe contra Gorbachov, siendo
que como reacción los elementos más derechistas del PCUS
asumieron el mando en medio de la acelerada descomposición del aparato político
soviético.
Las Repúblicas de la URSS empezaron a proclamarse como independientes en
forma sucesiva, sin que desde Moscú se pudiera impedir dicho proceso. El 24 de
diciembre de ese mismo año Gorbachov abandonó el poder y disolvió oficialmente
a la Unión Soviética en un sencillo acto de unos 60 minutos de duración.
Borís Yeltsin, opositor por derecha de Gorbachov y uno de los artífices del contragolpe, se convirtió
entonces en presidente de la Federación
Rusa.
El término glásnost apareció por primera vez en 1920 en
el contexto En el curso de la Guerra
Civil y ante los éxitos en el frente militar, León Trotski aspiraba a organizar la economía y la sociedad según los patrones
militares del Ejército Rojo.
Su primer objetivo fue subordinar los sindicatos (sobre todo los del
transporte ferroviario, esenciales para los suministros, tanto del ejército
como de alimentos para las ciudades) a una burocracia centralizada estatal. A
esto se opusieron frontalmente no solo los dirigentes de los sóviets de trabajadores sino también muchos dirigentes bolcheviques.
El mismo Grigori
Zinóviev consideraba que se pretendía «tiranizar» a
los obreros y, desde dentro del partido, Aleksandr
Shliápnikov organizó el grupo Oposición
Obrera, al que más tarde se adhirieron otros dirigentes y
miembros de la intelligentsia como Aleksandra
Kolontái.
Fue entonces cuando algunos dirigentes radicales de Moscú llegaron a permitir la participación de los bolcheviques de base
en las decisiones de la ejecutiva del partido en nombre de la «apertura», la «glásnost».