Don
quijote cabalga de nuevo.
¿Estarán
vosotros a la altura de las circunstancias ? . No teman competir por la presidencia de la república y ganar o perder en buena lid en 2018, Dios nuestro Señor esta con vosotros . Para
la definición de Estadista, cito in extenso un artículo
colectivo que aparece en Wikipedia , la
enciclopedia libre de internet , que es
de dominio público, y que aquí gloso y
parafraseo.
Se trataría de un hombre o
mujer de Estado , que se distingue entre todos los responsables políticos de un
país, ya sea de aquellos que dirigen
el Gobierno y controlan en forma
significativa al Poder Ejecutivo o
al Poder Legislativo. Un
estadista no abriga , odios, rencores,
venganzas, envidias,
El término estadista también puede designar a personalidades políticas, aunque no
se encarguen directamente de alguna función del Estado, pero reputados como con
capacidad suficiente en caso de acceder al poder, y suficientes meritos e influencias políticas , ya sean presidentes o líderes de partidos
políticos que se encuentran en la oposición.
Este calificativo engloba o
comprende asimismo a las personas que están por encima de las divisiones
partidarias y de los sectores y organizaciones de la Sociedad Civil , en
inquieta y creativa búsqueda del bien común y
asumiendo plenamente sus propias responsabilidades. Sin duda solo,
los políticos que tienen talla de hombre de Estado, conocen por cierto esta
ambivalencia.
Digresión
histórica. Su visión sobre la figura del
estadista según pensadores clásicos, como Sócrates , Platón y
Aristóteles, es muy crítica en relación
a los hombres de Estado , de Gobierno y los políticos en general .
El pensador griego Platón , refiriéndose al sofista Gorgias, compara a
los hombres de Estado de su época con malos cocineros. La crítica de Platón
sobre este asunto reposa sobre la idea que esos hombres de Estado tan gallitos
y orgullosos han sido incapaces de enseñar los propios valores políticos de las
funciones que cumplen y en consecuencia, ellos mismos no ilustran dichos
valores.
Platón hacia el fin del diálogo Menón, no se
excluye que puedan aparecer algún día hombres de Estado verdaderamente
valiosos, que sean capaces de comunicar su ciencia, en vista que dicha ciencia de
la política realmente existe. Según Platón el arte de gobernar conjuga las tectónicas del tejedor, el
cardador y el timonel.
Por su parte Aristóteles, observa que si el primer deber de un hombre de
Estado es el de conocer la constitución y de aplicarla. También es necesario
decir que, con frecuencia, los escritores políticos , intelectuales,
dramaturgos, periodistas y retóricos
, dando pruebas de un gran talento, se han equivocado al interpretar las
cuestiones capitales; no es suficiente con imaginar un gobierno perfecto e
ideal, pues lo que se necesita sobre todo es un gobierno practicable, que
impulse medidas de sencilla y segura implementación.
Un pensador contemporáneo, Richard Ruderman sostiene que en los países
democráticos modernos, la propia idea de que aún puedan existir estadistas en
todo el sentido de este término, es de por sí una idea cuestionable, estamos
influidos por un rotundo escepticismo.
Según el texto en cometario, en 1927, José Ortega y Gasset escribió
un ensayo : "Mirabeau o el político". Allí el filosofo español clasifica a los gobernantes en , 1, estadistas,
2, escrupulosos y 3, pusilánimes; el "hombre de Estado" debe tener lo
que Ortega y Gasset llama "virtudes magnánimas" y carecer de las
"pusilánimes". No se confunda esta definición con ser un
CORRUPTO.
En este caso Mirabeau es tomado como arquetipo
del político, aunque Ortega advierte que un arquetipo ("lo que es")
no debe ser confundido con un ideal (lo que debe ser). Esto es así porque la
confusión entre arquetipo e ideal llevaría a pensar que el político, además de
buen estadista, debe ser virtuoso, lo cual según Ortega constituye un equívoco.
Tampoco deben confundirse un político y un intelectual: el político
"se ocupa", el intelectual "se preocupa". Se viene al mundo
a hacer política o a elaborar definiciones, pero no ambas cosas, porque la
política es clara en lo que hace y lo que consigue, pero contradictoria en su
definición. Las decisiones políticas a unos les benefician, y a otros les
perjudica en sus intereses personales o de grupo.
Sigue diciendo Ortega y Gasset: La
definición es la idea clara, estricta, sin contradicciones; pero los actos que
inspira son confusos, imposibles, contradictorios. La política, en cambio, es
clara en lo que hace, en lo que logra, y es contradictoria cuando se la define.
De ahí las ideologías, derecha, centro e izquierda.
Según Ortega y Gasset , normalmente ocurre al estadista ser
incomprendido, porque se ocupa con las cuestiones de largo plazo y toma
decisiones impopulares a corto plazo, en tanto que la mayoría de los políticos
se preocupan de los resultados inmediatos de sus acciones. El individuo con una
misión creadora, el magnánimo, es radicalmente distinto del individuo sin
misión creadora, el pusilánime.
Virtudes convencionales como la honradez, la veracidad, los escrúpulos,
no son típicas del político, que suele ser propenso a ciertos vicios como la
desfachatez, la hipocresía o la venalidad.
Por lo tanto, no se debe medir al gran hombre político por la escala de
las virtudes usuales, porque la grandeza viene, inevitablemente, acompañada de
su propias miserias . Esto solo es
superado por el estadista. Un estadista es atemperado, ecuánime , audaz, pero
no corrupto.
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