jueves, 25 de agosto de 2022

El Cinismo, la Corrupción y, la Desvergüenza. Brozo, Loret, Chumel, Alazraki, López Doriga.

 

Maestro Francisco Javier Aragón Salcido.  

De acuerdo con la Enciclopedia Abierta, Colectiva, Gratuita y Libre de Internet, Wikipedia , la cual cito, gloso, parafraseo y transcribo . 

El  Cinismo tiene dos acepciones, en una se le define  como :

Actitud de la persona que miente con descaro y defiende o practica de forma insolente, impúdica y deshonesta algo que merece una general desaprobación. Por lo tanto  no debemos confundir la CORRUPCIÓN y  la DESVERGUENZA con el Cinismo . Cualquier semejanza con la vida de los  periodistas  citados en el título ,  es una mera coincidencia. 

En efecto y con el tiempo, el concepto de cinismo fue mutando, y hoy se asocia a la tendencia a no creer en la sinceridad o bondad humana, que es el escepticismo,  ni en sus motivaciones sinceras ni en sus acciones honestas , así como una tendencia a expresar esta actitud mediante la ironía, la sátira, el sarcasmo, la parodia, la comedia   y hasta la burla.

Casi 2000 años después de que ciertos filósofos griegos hubieran abrazado el cinismo clásico, dolidos por la injusta muerte de su maestro el filósofo Sócrates, atribuida a los excesos  de los ambiciosos políticos demagogos de Atenas, Licón , Anito y Melito; en el siglo XVII y XVIII escritores como Shakespeare, Swift y Voltaire, siguiendo las tradiciones de Geoffrey Chaucer y François Rabelais, utilizan la ironía, el sarcasmo y la sátira para ridiculizar la conducta humana y reactivar el cinismo. 

Muchos filósofos modernos y contemporáneos han tenido una influencia notable del cinismo antiguo. En la filosofía de Rousseau, Nietzsche, Michel Onfray o Peter Sloterdijk se puede notar un influjo del cinismo de Antístenes y Diógenes muy marcado, de modo que a través de ellos perviven en el pensamiento posterior ideas y propuestas del cinismo antiguo como la preferibilidad de la naturaleza frente a la convención, la necesidad de transformación valorativa y moral de la sociedad, la libertad de palabra o el valor de la autarquía.

En la otra acepción , se le define como una doctrina filosófica que fue fundada por Antístenes (siglo V a. C.) que se caracteriza por el rechazo de los convencionalismos sociales y de la moral aristócrata o burguesa comúnmente admitida. 


Los Cínicos reinterpretaron la doctrina socrática considerando que la civilización y su forma de vida era un mal y que la felicidad venía dada siguiendo una vida simple y acorde con la naturaleza. 


Debido al comportamiento de Antístenes y Diógenes de Sinope , les apodaron cínicos, ya que sus comportamientos se asemejaban al de los perros, aunque al principio esta escuela fue llamada “escuela socrática menor”. 

Los cínicos fueron famosos por sus excentricidades, de las cuales cuenta muchas -el  otro Diógenes pero apellidado Laercio, en su obra sobre la Vida de los Filósofos y de los Sofistas- y , por la composición de numerosas sátiras o diatribas contra la corrupción de las costumbres y los vicios de la sociedad griega de su tiempo, practicando una actitud muchas veces irreverente, la llamada anaideia. 

Anaideia (α- como partícula privativa y aidos, modestia o reverencia) es una palabra griega cuyo significado es desvergüenza, provocación o irreverencia. 

En la mitología griega, Anaideia es el nombre dado a la personificación de la desvergüenza y la provocación. Hija probablemente de Nix o Eris, es compañera de Hibris (la vanidad). Su opuesto es Eleos (la misericordia)

Constituye uno de los tres rasgos básicos de la figura de los filósofos cínicos, junto con la adiaforía o indiferencia, (situar un amplio espacio de costumbres al margen de un juicio moral sobre el bien o el mal), y la parresía o franqueza y libertad en el hablar.

Es la anaideia la que lleva a la comparación de estos filósofos con los perros (o κυων -kion-), de donde deriva la palabra cínico; ya que como estos nobles animales que viven con los humanos pero mantienen sus costumbres naturales, los filósofos cínicos se comportan sin pudor, con irreverencia y desparpajo, siguiendo la satisfacción de sus necesidades tanto físicas como espirituales. Sócrates juraba por el Can , por ello el vulgo dice, entre más conozco al ser humano, quiero más a mi perro, pues a  este animal , se le considera el mejor amigo del hombre. 

Ciertos aspectos de la moral cínica influyeron en el estoicismo, pero, si bien la actitud de los cínicos es crítica respecto a los males de la sociedad, la de los estoicos es de acción mediante la virtud.

Descripción de una persona cínica.- Estos individuos aspiraban a identificarse con la figura del perro, por la sencillez y desfachatez de la vida canina. Usaban barba, llevaban alforja y cayado, practicaban juegos de palabras a manera de metodología: a aquellos que proponían ideas y teorías incomprensibles, ellos ponían el gesto, el humor y la ironía.

Los cínicos tomaron como modelo la naturaleza y los animales; invitaban al alboroto de toda sepultura. Alcifrón retrata a un cínico de la siguiente manera:

Es un espectáculo horrible y penoso de ver, cuando agita su sucia melena y te mira insolentemente. Se presenta medio desnudo, con una capa raída, una bolsita colgante y, entre sus manos, una maza hecha de madera de peral silvestre. Va descalzo, no se lava y carece de oficio y beneficio. No quiere saber nada de su hacienda ni de nosotros, sus padres, sino que, por el contrario, nos reniega, pues afirma que todas las cosas son obra de la naturaleza y que la unión de elementos es la causa de la generación y no los progenitores. Evidentemente, desprecia el dinero y aborrece el cultivo de la tierra. No tiene sentido de la vergüenza y el pudor se ha borrado de su rostro. 

El cinismo es un movimiento que se desarrolló en Grecia, durante los siglos IV y III a. C., y siguió en las grandes ciudades del Imperio Romano: Roma, Alejandría y Constantinopla hasta el siglo V. Uno de los orígenes del nombre está asociado a uno de sus fundadores, el primero fue Antístenes, que le puso este nombre por el lugar donde solía enseñar, que era un gimnasio llamado Cinosarges, lo que, traducido, vendría a ser perro blanco o perro veloz. 

Se denomina escuela cínica (del griego kyon: ‘perro’, denominación atribuida debido a su frugal modo de vivir) a la fundada en la Antigua Grecia durante la segunda mitad del siglo IV a. C. El griego Antístenes fue su fundador y Diógenes de Sinope uno de sus filósofos más reconocidos y representativos de su época. 

El hombre llevaba en sí mismo ya los elementos para ser feliz y conquistar su autonomía; era de hecho el verdadero bien. De ahí el desprecio a las riquezas y a cualquier forma de preocupación material. El hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz. 

El cinismo no fue una escuela a pesar de este título. Una escuela filosófica era un establecimiento en el cual se impartía una doctrina o inspiración intelectual mantenida por un grupo de personas dirigidas por un superior. Antístenes fue uno de sus fundadores y las reuniones las realizaban en un gimnasio que frecuentaban. Ellos estaban en contra de la escuela, repudiaban las ciencias, las normas y las convenciones, en especial Antístenes.

Diógenes de Sinope nació en Sinope (Asia Menor) entre los años 413 a. C. y 400 a. C. y murió en Corinto en el año 323 a. C. Fue desterrado de Sinope. Forzado por estas circunstancias, deambuló por Esparta, Corinto y Atenas, y en esta última ciudad frecuentó el Cinosarges y se hizo discípulo de Antístenes, optó por llevar una vida austera y adoptó la indumentaria cínica, como su maestro.

Desde sus comienzos en Atenas, mostró un carácter apasionado. Puso en práctica de una manera radical las teorías de su maestro Antístenes. Llevaba al extremo la libertad de palabra, y su dedicación era criticar y denunciar todo aquello que limitara al hombre, en particular las instituciones. Se consideraba cosmopolita, es decir, ciudadano del mundo; afirmaba que en cualquier parte se encuentra el cínico como en su casa y reconoce esto mismo en los demás, y por tanto el mundo es de todos.

La leyenda cuenta que se deshizo de todo lo que no era indispensable, e incluso abandonó su escudilla cuando vio que un muchacho bebía agua en el hueco de las manos. Él decía que todo esto era posible pero que se necesitaba un duro entrenamiento. 

Diógenes, como todos los cínicos, recomendaba el entrenamiento para adquirir la areté, virtud, ejercitarse tanto física como mentalmente para endurecerse y llegar a la impasibilidad y a la autosuficiencia; la independencia se conseguía con el esfuerzo. Escribió algunos libros, que se han perdido. Eran de carácter breve y en forma de máximas o sentencias agudas e irónicas.

Su muerte ha dado que hablar y actualmente no se sabe la verdadera causa. Según algunos murió por su propia voluntad, suicidándose mediante la "contención del aliento", dueño de su destino y del momento de su muerte, aunque esto sería algo metafórico, pues es imposible morir por dejar de respirar voluntariamente. Según otros murió de las mordeduras de un perro o de una indigestión por comer pulpo crudo.


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