domingo, 28 de marzo de 2010

Señor Presidente le rogamos muy encarecidamente, saque al ejercito de las calles, y le o nos urge la creación de una policía internacional, panamericana. En fondo y forma es un hecho que su cruzada Vs. El Narcotráfico, es un enorme desacierto. El mando único policial, peligroso e inútil su iniciativa.

Don Quijote cabalga de nuevo.

La Seguridad Pública que se promueve hoy desde la ONU bajo el paradigma de la Seguridad Humana, es un concepto comunitario y democrático que parte del principio de que la Seguridad Pública es también un Derecho Humano, y que la persona y sus derechos son el centro de la seguridad, incluyendo los derechos de los policías.

La Seguridad Humana identifica los “factores de riesgo” que inciden en la inseguridad y el crimen, con participación ciudadana en las acciones, donde la policía municipal es pieza fundamental.

Tal parece que el primer ciudadano presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa ansía vivir en un estado de epopeya y excandecencia permanente.

En materia de seguridad pública, no existe ninguna expectativa razonable de cambio en la linea a seguir; sólo se han dado paliativos o sucedáneos y públicas y lerdas disculpas.

Pero la discusión del tema es ya moral e históricamente impostergable. El del panista presidente es un gobierno fallido; así lo intuyó hasta la Casa Blanca de USA , de ahí la reciente visita de la jefa de estado Hilary Clinton , que nada más y nada menos vino a sostenerlo, antes de que se derrumbe por el peso mismo de sus propias imprudencias.

Pero que el ciudadano Presidente le dé gracias a Dios, al hecho de que los priistas no somos unos malinchistas irredentos , para dejarlo caer en tentación y no querer poder librarlo del mal. Somos nacionalistas y revolucionarios.

No obstante y que no nos parezcan adecuadas o bien no sean operantes en bien del país sus políticas públicas de derecha ; a don Felipe de Jesús Calderón Hinojosa , le reconocemos que es El Presidente de todo México , y que eso le valga ; en efecto sólo hay que urgirlo a rectificar; señor presidente le rogamos muy encarecidamente que ya , saque al ejercito de las calles, y le o nos urge la creación de una policía internacional , panamericana pues.

Socialmente la alarma, consternación, duda, y la especulación, se justifican; la discusión pública es pertinente, legítima y hasta fructífera para una sociedad que se pretenda democrática y moderna.

En efecto y mientras las autoridades federales y los altos mandos de las fuerzas armadas de México no esclarezcan –entre otros muchos- los hechos delictivos del Tecnológico de Monterey , y se señalen a los presuntos responsables y se proceda judicialmente en contra de ellos , no se podrá aceptar que se está luchando en contra del crimen organizado y su efecto colateral , la corrupción e impunidad.

Es que las dudas y preguntas son abrumadoras. ¿Se trata de episodios que son síntomas de anomalías en los esquemas operacionales del Ejército, la Armada, Fuerza Aérea, el AFI y la Policía Federal Preventiva?; ¿Son las consecuencias de operaciones que carecen de estrategia y planeación o táctica adecuada (esto según informes de la CNDH )?; ¿Son hechos paradigmáticos – recurrente es ilícitos -en relación a los patrones de operación en la lucha contra el narcotráfico por parte del ejercito?

Debemos creerle al general y comandante de la Cuarta Región Militar , cuando dice: “… Seríamos una horda de salvajes (si le disparáramos a todo lo que se mueve), por eso tenemos disciplina, entrenamiento, adiestramiento, leyes y un código militar; los militares no somos unos asesinos”.

Los hechos de Monterrey, Nuevo León , si no son esclarecidos con eficacia, prontitud y verosimilitud , pondrán en tela de juicio la calidad moral del presidente de la republica , de su gobierno, de la insostenible —conceptual y estratégicamente— “guerra al narcotráfico” y —para el caso y las circunstancias— lo más grave, a las fuerzas armadas de México.

Entones dirá la gente, ellos si pueden excederse , violar garantías individuales , delinquir, ser corruptos y anónimamente , hasta ser impunes .

La cuestión relativa a los derechos humanos es hoy más crucial que nunca su atención y respeto . Hay que perseverar y profundizar en este debate. Está en juego el alma del estado de derecho y democrático en México.

Resulta decisivo resolver la cuestión de la actuación arbitraria del gobierno , que arranca desde aquel atroz periodo de la mal llamada “guerra sucia contra el comunismo de los años sesentas y setentas en Latinoamérica ” (asesinatos de Estado y desaparición de personas) , o de las crueles masacres del 2 de octubre del 68 o el “jueves de Corpus” (10 de junio de 1971) en nuestro país.

Aquellos terribles hechos fueron la causa que urgió las reformas del sistema político mexicano en 1976, es que hubo innumerables , secuestros, asaltos, muertos, confusiones patéticas, y torpezas inenarrables de los gobiernos priistas .

Pero ahora presenciamos con gran desesperanza el peor momento de “la guerra contra el crimen organizado “” emprendida por el ciudadano presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa , y de su jornada nacional , que se libra sin fines estratégicos y tácticos claros, ciertos, definidos, y aceptados por la sociedad .

Es una cruzada ciega – por lo fanática - que sólo descansa en el uso de la fuerza bruta , producto de la logística del combinado industrial militar del imperio, cuyos poderes paralelos a los estados y gobiernos , son los beneficiarios del mercado negro de armas y estupefacientes, tenemos pues, paradójicamente , el enemigo en casa.

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