viernes, 19 de marzo de 2010

Tercera parte.
La estrategia aplicada y la táctica seguida en contra de la perturbación del orden público no es la idónea, debido a que sólo se sustenta en la logística...
Don Quijote cabalga de nuevo.
Sin estrategias y un derecho uniforme, para ambos lados de la frontera será muy difícil controlar a los malhechores y la actividad delictuosa que enfrentan México y Estados Unidos.
Es el claro fracaso de la actual política criminal del Estado Mexicano. No es satisfactoria la necesaria seguridad pública ni la ya imprescindible estabilidad social. Y con respecto a USA, sobran también las reservas en cuanto a su control.
Pero hay que distinguir, una cosa es la violencia a titulo social –como las antiguas invasiones agrarias o las urbanas actuales , las huelgas y marchas, los plantones o las tomas pacificas de rectorías , incluso los libelos difamatorios de la prensa , las protestas y hasta la guerrilla- y otra muy diferente es la violencia individual o privada , ya que la transgresión generalizada de las normas socaba el mismo Estado de Derecho en sus cimientos, al dividir a las familias.
Por tanto la orientación de las acciones tendentes a custodiar el orden público y la seguridad social, no se debe colocar en manos de personas sin la debida preparación y la experiencia necesaria en el ramo, y menos en la tropa anónima e irreflexiva de cualesquier corporación policiaca o militar. Es como poner en manos de un menor un arma de fuego, de seguro realizará -con este dispositivo de exterminio - toda una fatal temeridad.
Los gobernantes actuales , son sinceros pero están equivocados y para algunos conocedores son unos realistas ingenuos, pues no entienden o saben que con los actos simples de fuerza indiscriminada , “disuasión”, realmente lo que se hace es estimular e intensificar , generalizar , la violencia a título personal o familiar .
En ciudad Juárez no obstante que patrullan 5 mil efectivos del ejército la urbe, los homicidios intencionales y en masa no cesan. Esos miles de soldados no han podido frenar extorsiones, secuestros, asesinatos, el derrumbe de la actividad económica, la muerte de la vida nocturna.
Es lógico hasta cierto punto porque no es su tarea procurar justicia. Sólo una fuerza de seguridad bajo mando civil, ceñida al debido proceso judicial, puede conseguirlo. Por ello mismo el ejército debe volver cuanto antes, a sus cuarteles, recintos y sedes.
Es ya hasta paradigmático el actual y lacerante tema de la inseguridad pública, ya que para nuestra pésima fortuna se instalo en nuestro Estado la violencia y lo ha hecho de una forma generalizada y al parecer incontrolable. No hay una sola familia que no haya sido víctima de un atraco con violencia y sin saña.
En efecto, y tal vez por eso, el ciudadano procurador general de justicia declara que estamos solos en la lucha, es una especie de voz en el desierto – clama francamente dolido-. Las fuerzas del mal nos han rebasado, somos incapaces de detenerlas, dice por su parte el secretario de seguridad pública. Son escasos hoy en día los individuos que aspirarían a estar en los zapatos del ciudadano Procurador o del Titular de Seguridad Pública del Estado.
Sin embargo lo más angustioso para el pueblo inerme , es que ya no se hace justicia en las mulas del compadre , ni se trata de meros “hechos aislados pero frecuentes”, tampoco son la secuela marginal o reducida de efecto cucaracha alguno, es el caso que los desalmados esbirros ya incursionan frescamente en este nuestro ex pacifico , folclórico y poco poblado Estado de Sonora.
Presenciamos una suerte de cotidiano carnaval de las policías y del ejército, esto antes no se había observado, en ese estilo y con tal magnitud. Antes solo veíamos a la tropa ocuparse de los Planes DN-IIII del Ejército y solo en los caso de emergencia, debido a Siniestros como los Temblores de Tierra , Epidemias o en las Inundaciones derivadas de los Ciclones tropicales.
Pero ahora es común ver el cielo poblado de helicópteros y aviones, las calles tomadas por las humers, patrullas , ambulancias, con sus códigos multicolores encendidos y sus sirenas al unísono ululando sin orden ni concierto y a todo volumen noche y día .
Hoy parecería que estamos en Bagdad, Irak o en Islamabad, Afganistán, o bien en la sitiada Santiago de Chile , en la época del tristemente célebre general Augusto Pinochet en el año 1973 . Según antigua conseja popular en Sonora sólo éramos una posta para los contrabandistas de drogas y armas. Pero eso dramáticamente cambio y para nuestra incomodidad y zozobra.
No sabemos de quien cuidarnos ni a qué atenernos. Se revela con frecuencia que hay toda una constante red de impostura y simulación, -se observa una anónima y sofisticada imitación o sustitución privada – de las fuerzas del orden. Rolan apócrifamente insignias, gafetes, uniformes, armas largas y cortas, granadas, carros blindados, claves y dispositivos de comunicación.
Por el lado de los trasgresores de la ley y el orden, se observan practicas cada vez más crueles e inhumanas de exterminio, abundan ahora los descuartizadores, los pozoleros y los franco tiradores o bien los exterminadores de perfil sicótico y hasta colectivo. Son gente entrenada especialmente para matar, torturar y sembrar pánico o escozor.
En la especie y dados que los operativos de asalto se realizan con la mayor sorpresa y una gran precisión, las fobias ya alcanzan hasta las corporaciones policiacas mismas, de ahí las casamatas y trincheras colocadas por fuera de las comandancias e instalaciones encargadas de la seguridad. Son los blancos perfectos, pero para infundir pánico a la comunidad, como que se desea hacer saber a todos, que ya nadie está ni se debe sentir seguro y en sitio alguno. Es el mensaje claro y subliminal que sin ambages nos enseñan.
La táctica y estrategia, están equivocadas. La política criminal es ahora mera logística o hard ware. Lo cual implica un enorme derroche y consumo de bienes materiales y de vidas humanas. Debido al alto riesgo y la poca seguridad social que se les brinda , pocos quieren ya ser policías. Abundan las plazas vacantes en la mayoría de las corporaciones y por ende se dispensan los requisitos de ingreso, que implicaría que personas incluso con antecedentes penales no del todo justificados causen alta con la mayor facilidad.
No obstante las utilidades del negocio de la importación de los estupefacientes y el de la exportación o venta de las armas largas , cortas y de granadas de “fragmentación” , sigue aumentando y engrosando las arcas de los operadores paralelos al Estado –poderes facticos se les llama ahora - en franca relación simbiótica con las instituciones metropolitanas y de la periferia , que justamente están comisionadas a su custodia, combate y exterminio .
Esta industria y comercio siguen de la mano, a veces luchando sin darse tregua, ni cuartel entre sí, o bien alternándose por predominar en su exclusivo beneficio; dicho floreciente mercado global informal, representa hoy en día cerca del 15 por ciento del PIB mundial.
Visto como funciona este complejo esquema organizacional, confirmamos absortos que es algo imbíbito al sistema mismo sí, la causa y ahora sí que muy “eficiente” de sus resultados. Es que si no hay actos ilícitos, en las plutocracias, no hay venta de armas y artefactos y pertrechos militares destinados para su combate.
Para los economistas el narcotráfico y sus actividades conexas y derivadas son un simple sub producto del combinado industrial, comercial, militar. Vivimos en el clásico y liberal Estado gendarme.
Sea que estemos dentro o fuera, siempre seremos parte de una estadística, o bien tendencia de alguna acción o causa social, nos representará una cifra ya sea positiva o negativa; qué más le podemos pedir a la vida.
No obstante creemos, que una buena docena de maduros y probados policías, por estado y ciudad, que los hay, bien nos pueden restituir la paz y seguridad personal y nacional ahora pérdidas.
En mi familia, en el número de cinco veces, tenemos el mérito de haber contribuido a una exacta estadística y con el carácter nada estimulante de haber sido una víctima propiciatoria o sujeto pasivo para usar un término más descriptivo, de un delito.
¿ Ustedes en cuantas ocasiones han estado en esa tan displicente tesitura?. Porque para nosotros después de la tercera vez, negociamos y casi hasta llegamos al sado masoquista síndrome de Estocolmo, pues sí, nos solidarizamos con los verdugos, les facilitamos que se dieran a la fuga.
Pero mientras todo esto se atiende, atenúa o resuelve, de momento tendremos que conformarnos sólo con rezar tal y como lo hacían nuestros venerados mayores, y ello para implorar a nuestro grande y benigno Dios que no lo sea tan inesperada y violenta nuestra partida de este eterno valle de lágrimas.

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